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APUNTES DE BANQUILLO

Exámenes de septiembre

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes14-09-2003

Igual que tantos estudiantes no tienen otro remedio que dar un repaso a las asignaturas que no marcharon bien el curso anterior –también algunos redactores, aparte algún que otro despiste, no se suele poder estar en misa y repicando campanas–; así le ha pasado a la selección de voleibol, que se quedó fuera del Preolímpico, a pesar de las cualidades que había mostrado al albergar la Liga Mundial hace unos meses. El seleccionador, Francisco Hervás, tendrá que tomarse el correctivo como un período de reflexión para que los jugadores se reencuentren con la motivación y, con ella, vuelvan a ser competitivos. Algo parecido a lo que ocurre con la selección de fútbol, que parece agobiada, aunque saca adelante, como puede, la clasificación para la Eurocopa. No deja de ser una cura de humildad, porque no hace tanto que participar en una gran competición era, en sí mismo, un motivo para festejarlo, hasta que la selección absoluta no consiga un gran título y rompa la tendencia. Cuesta también, como bien sabemos, retomar la rutina del trabajo después de unas merecidas vacaciones – que no quiere decir , así andan a estas alturas muchos de los deportistas que participan en las grandes competiciones. Piragüistas, judokas… no terminan de dar el salto cualitativo para ponerse a la altura de los mejores especialistas, pero su voluntad, cuando menos, tiene el premio de conseguir la participación en los Juegos Olímpicos. Será difícil que ganen medalla, pero no más que se reconozca su dedicación y su esfuerzo en los entrenamientos, en un entorno cada vez más gobernado por la comodidad. Algunos, como las selecciones de hockey hierba, demuestran la eficacia que resulta de la combinación de trabajo y motivación. Tienen alguna pequeña ocasión para salir en la tele, siquiera como relleno, pero una pizca de miedo escénico, tal vez, y el infortunio en el momento decisivo, las finales, resulta que los deja en mal lugar. No hay que engañarse. Sin embargo, hay un grupo de escogidos que se toman el trabajo como un disfrute, los exámenes como un juego. Después del bronce en el Eurobasket de Turquía, después del pequeño fiasco que fue no alcanzar las semifinales en el Mundial de Indianápolis, los junior de oro, campeones de Europa y del mundo en 1999, han dado el salto a la madurez definitiva. Pero lo han hecho sin perder sus señas de identidad: entregándose a muerte en la defensa y exhibiendo su talento ofensivo –innegable en gente como Pau Gasol y Juan Carlos Navarro, más que curtidos a sus 23 años–, con un sentido colectivo del juego que permite sacar a relucir las virtudes de todos los jugadores, incluso de los veteranos que se mantienen en el equipo nacional. Ése es el ejemplo para conseguir un aprobado cum laude, a pesar de los nervios en la última reválida.

Fotografía de Roberto J. Madrigal