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APUNTES DE BANQUILLO

De burbujas, vedas y fiestas

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes13-07-2003

La burbuja de Liga española, que hace unos años se autoproclamaba la mejor del mundo, la de las estrellas, se desinfla –ajustes de mercado, dirían los economistas– y vuelve a ser lo que fue, poco más o menos, antes de que llegaran al fútbol las televisiones privadas y las plataformas digitales. Como pasó en su día con los pelotazos de las puntocom, los inversores pensaron que el fútbol sería la gallina de los huevos de oro: había tal interés –que demostró luego ser puro artificio, pues no se había comprobado– que se pagaron miles de millones por los derechos televisivos. En fin, una historia demasiado conocida. Los datos, sin embargo, son contundentes: los clubes de fútbol están más endeudados que nunca con los jugadores: acumulan hasta 30 millones de euros, y no hay que descartar que pase algo parecido a lo que originó la Liga de 22 equipos: aunque por motivos diferentes, en su día Celta y Sevilla fueron descendidos a Segunda División B –y luego redimidos por presión popular–. Los reglamentos son tajantes, y los clubes que no tengan pagadas sus deudas antes del 31 de julio deberían perder la categoría. Se le presenta una patata caliente de órdago a los comités federativos, aunque por sus decisiones en casos similares, cabe pensar que no habrá mano dura –al fin y al cabo, interesa más no mostrarse tajante por la repercusión negativa de tales decisiones–. Pero precedentes empieza a haberlos: al Atlético de Madrid se le han suspendido los derechos federativos, es decir, la posibilidad de tramitar altas y bajas, por no pagar una deuda de 120.000 euros. La veda está abierta. Así que mientras no se demuestre lo contrario, a la espera de novedades sobre el particular, parece bastante más interesante darse una vuelta por los Juegos Olímpicos del agua, los Mundiales de natación. No parece que el eslogan de la competición, “Serà increíble” –así se escribe en catalán– sea una mentira. La belleza incomparable de los saltadores, las piruetas con las torres de la Sagrada Familia al fondo, la competitividad de los nadadores y las tretas subacuáticas del waterpolo merecen, si no visitar Barcelona, sí echarle un vistazo que otro a los resúmenes o a las transmisiones por televisión, siempre que los comentaristas no lo estropeen. Por lo pronto, resulta curioso que en un pabellón deportivo como el Palau Sant Jordi se haya construido una piscina: a ver si caen unos cuantos récords mundiales para que la fiesta sea completa.

Fotografía de Roberto J. Madrigal