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SIN ESPINAS

Cara de resucitado

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura1 min
Opinión20-04-2003

En España los jóvenes ya sólo lloran porque Bustamante visita su pueblo en las fiestas patronales. A lo sumo se compungen porque la lluvia sevillana no ha permitido sacar al Nazareno: “todo el año preparándonos en la cofradía para el Lunes Santo. Era mi primera vez”, solloza el imberbe andaluz. Él se preparó toda su vida para afrontar la Pasión y también era su primera vez. Pero no te preocupes, adalid del sufrimiento, que prueba de que Cristo vive es que cada año muere y resucita por ti. Aunque sólo sea para enjugar tus lágrimas de costalero. ¿Puede haber algo más inane que llorar sin sentido? Sólo así cabe el valle de lágrimas en el que se sumergen los turistas suicidas. Esa nueva clase de hombre que viaja a Suiza para escupir su vida hasta ahogarla en un vaso lleno de barbitúricos. “Dignitas” le han puesto a la clínica. Era Niezstche quien decía que los cristianos no tenemos cara de resucitados. Y tenía toda la razón. Gracias a él también, me acuerdo ahora de esbozar una sonrisa de regreso a mi banco tras la comunión. El gesto se me va apagando a medida que pierdo la Gracia que me otorga el resucitado. Pero tranquilo me apresuro a renovarla a través de los sacramentos. Así la sonrisa vuelve seguro a mis labios. Me decía un gran amigo que no podía explicar su experiencia de Dios porque el lenguaje es un sistema. “Y no se puede sistematizar a Dios”. Sin embargo, yo le respondo que aunque él no se dé cuenta, de lo que rebosa el corazón habla la boca. Labios, boca, sonrisa, renovación, triunfo sobre la muerte, sentido... cara de resucitado.

Fotografía de Javier de la Rosa