ANÁLISIS DE LA SEMANA
Estornudos y demonios
Por Almudena Hernández1 min
Sociedad06-04-2003
Antaño, dejar salir el estornudo en libertad casi era dejar suelto el alma para que se la llevase el diablo. Por eso ahora el que estornuda se moja la mano y, después, ha de lavársela, pues está la neumonía atípica pendiente de muchos como para llevar a otro más a los infiernos del otro barrio. De hecho, la neumonía atípica originada en Asia no es para tomársela a broma. En España ya se ha localizado un caso, y las autoridades sanitarias mundiales y las españolas, han alertado a la población para prevenir el contagio y, en caso de producirse, poder controlarlo. Dicen que cuando está aburrido el diablo, con el rabo mata moscas. Aunque seguro que no es el caso con tanto entretenimiento que hay en el mundo. Mueren, malviven y sobreviven las personas en Irak. Son las secuelas de una guerra que se ha producido, a pesar de los noes, y que ahora deja la herencia de muchas heridas que hay que curar. No sólo servirá con vendarlas, pues muchas no son físicas. La locura es una enfermedad del alma que no conoce de guerras, de personas ni de fronteras; es la carcoma de la cabeza. Mueren las personas y desaparecen bajo el barro, por culpa del oro que no sirve para pagar la felicidad. Mueren los pájaros y con ellos los cielos libres, los vuelos y los cantos. Y aunque se resfríe el que se moja por salvarlos de las olas negras, mientras tiene las manos ocupadas y estornuda no sabe que quizás está dejando la puerta abierta al mismísmo demonio que reina en la oscuridad del chapapote.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo