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APUNTES DE BANQUILLO

El peligro de ‘SuperPiterman’

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes26-01-2003

Al nuevo presidente del Racing de Santander, Dimitri Piterman, ha tardado bien poco en vérsele el plumero. El ucraniano, por lo poco que le he visto en Santander, y por algo más que lo conocen en Palamós, me da demasiada pinta de ser un tiburón de tres al cuarto. Espero equivocarme, para bien del Racing, pero esa manera de hacerse accionista mayoritario y que inmediatamente el poder se le suba a las barbas me da escalofríos. Entrar como un elefante en una cacharrería en un club bien organizado –cuyo único problema es el económico– es un desprecio para con los dirigentes anteriores, y más aún, para nuestra manera de entender el fútbol: el hecho de que los clubes sean sociedades anónimas no significa que se tengan que convertir en empresas: el apellido “deportivas” debería servir de referencia para que los aficionados sepan cuándo la gestión empieza a hacerse por criterios egoístas, o si valora el arraigo del club en una ciudad y una región de la cual es bandera. Así entendemos el fútbol en Europa, más aún en España –conocidos los altercados que producen determinados grupos que se identifican con los clubes–, como para que ahora venga un millonario a cambiar nuestras costumbres. Conviene recordar que aunque es difícil, la buena gestión económica y la buena imagen entre el público no son incompatibles. Qué distinto este modelo al que propone Florentino Pérez: dejar los asuntos deportivos en manos de quienes saben y tratar de mantener saneado el club. No se puede llegar con una mentalidad tan casposa y sin un plan deportivo: el capitalismo en su peor versión –véase no escuchar a los que ya están y despedir a las voces críticas, las mismas que reclaman el respeto a la tradición deportiva de un club y que se valore el esfuerzo que hicieron Quique Setién y Manuel Preciado para poder sacar al equipo de Segunda División– no se puede justificar por la intención de ayudar. Lo que hace Piterman es camuflar un espíritu dictatorial para promover a sus amiguetes. Valero Rivera, el entrenador del Barcelona, me dijo una vez que si alguien quiere destacar por sus cualidades, no debería buscarse un deporte de equipo. Algunos como Piterman y otros como Jesús Gil deberían darse cuenta del daño que están haciendo. Al menos, en el Atlético está Luis Aragonés para poner firme al presidente en sus excesos y recordar que si se le contrata, es para sacar adelante, con todas las consecuencias, un proyecto deportivo. Pero ¿quién puede paliar los desmanes que pueden venir en el Racing? Mucho me temo que en caso de dificultades e imprevistos, las ratas que han llegado con el fajo de billetes debajo del brazo van a ser las primeras en abandonar el barco a su suerte.

Fotografía de Roberto J. Madrigal