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EL REDCUADRO

Exámenes patrióticos

Fotografía

Por Antonio BurgosTiempo de lectura2 min
Opinión19-01-2003

No sé por qué se extrañan de que a los asesinos etarras les den el carné de licenciados universitarios por la cara. Todos los totalitarismos y todas las dictaduras son muy proclives a los exámenes patrióticos, abertzales en este caso. Como estamos en una nación sin memoria, la gente ya se ha olvidado, pero tras el triunfo de los sublevados en la guerra civil y la derrota, encarcelamiento o fusilamiento de los leales a la Constitución, en el llamado Año de la Victoria y cursos siguientes se montó en las Facultades españolas una tómbola de títulos universitarios por el estilo de la que ahora han puesto para uso de asesinos etarras. Eran los llamados exámenes patrióticos. Llegaban a la vieja Facultad de la calle San Bernardo o de la calle Laraña los estudiantes de Derecho que tras los exámenes de junio de 1936 no habían podido volver a coger un libro tras estampillarse como alféreces provisionales de Infantería o de la Legión. Y de una tacada no solamente aprobaban los tres cursos que habían hecho a base de saltar parapetos, sino que les daban por la cara el título. Florentino Pérez Embid me contó muchas veces cómo eran aquellos exámenes. Llegaba el examinando con su uniforme de alférez provisional, sus botas altas y su correaje, y se sentaba ante el tribunal para la prueba oral de Derecho Romano. Sacaba la pistola de su funda y la ponía sobre la mesa, en plan "aquí estoy yo". El presidente del tribunal le decía: -- A ver, dígame qué es la manumisión... Y el examinando contestaba: -- Mire usted, yo no sé qué es la manumisión. Pero si sé cómo echamos a los rojos de la posición de Mano de Hierro, cuando usted estaba aquí emboscado sin ir al frente a salvar a la Patria. -- ¡Aprobado! Así se dieron muchos títulos universitarios para la España que necesitaba reconstruirse. Nadie me quita de la cabeza que la notaría que le quitó a Blas Infante la tapia de fusilamiento se la dieron luego a un licenciado que aprobó Derecho de una tacada en los exámenes patrióticos y que con no menor patriotismo sacó luego brillantemente las oposiciones a Notaría. Como se ve, chispa más o menos lo mismo que ahora. Ahora es por correo, pero igual. Contestan los etarras al examen por escrito y le ponen al catedrático: "Yo no sé qué es la manumisión, pero sí sé dónde vive usted, y a qué hora sale todas las mañanas hacia la Facultad, y dónde aparca su coche". ¡Aprobado general!

Fotografía de Antonio Burgos

Antonio Burgos

Columnista del diario ABC

Andaluz, sevillano y del Betis

** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor