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APUNTES DE BANQUILLO

Motivos para una dimisión

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes22-12-2002

La semana previa al parón navideño, como bien sabrán, ha venido marcada en la Liga por el final del Centenario del Real Madrid, pero sobre todo, por la marejada en Can Barça. El goteo de dimisiones en la directiva presidida por Joan Gaspart y la amenaza de destitución al técnico, Louis van Gaal, ha dejado claro el papel que cada cual está desempeñando en el club. Al presidente se le tuerce en la Liga la apuesta por el entrenador holandés, y con dos meses por delante sin Liga de Campeones para poder presumir, echa mano de los éxitos en el hockey sobre patines, balonmano y baloncesto. En un aspecto no le falta razón a Gaspart: la situación crítica del Barça es tan sólo una racha de debilidad en la Liga. Pero la oposición se acuerda de un argumento innegable: que la sección de fútbol, la de mayor peso social en la estructura del club, lleva dos temporadas y media sin ganar título alguno –precisamente desde el Centenario, en 1999– y que es inconcebible el enorme gasto en fichajes que no han reportado rentabilidad, tanto económica como deportiva, al Barcelona. Sin embargo, el sector crítico no ha logrado hincarle el diente al presidente en un aspecto: su innegable capacidad para dar golpes de efecto. Saviola, Riquelme, el amago de Romario… maneja como nadie el sentimiento culé y los recursos propagandísticos para alterar los hechos y acercarlos a su versión; eso sí, sólo para mantener su popularidad a flote. La comparecencia de Gaspart para insistir en sus 25 años como directivo resultó patética: a falta de argumentos, sólo pudo echar mano del sentimiento. Ni siquiera la madriditis ha servido de medicina a tanta pobreza. El Real Madrid, a base de sentido común y de descargar en Jorge Valdano la vertiente deportiva del club, está poniendo un ejemplo que el Barcelona no sabe seguir. En cambio, la estructura del club es un dragón de siete cabezas: cinco vicepresidentes son demasiadas tentaciones de poder para asegurar una estabilidad. No le importa a Gaspart si la imagen que proyecta el Barça es de desorden en lo deportivo. Es cierto que en el Barça falta paciencia, pero también que los errores acumulados en tres años no se deben perdonar. Es una lástima que un presidente no respalde a su afición: el forofismo, queda claro, no casa nada bien con las decisiones económicas. Gaspart, si siguiera como directivo, debería dejar la presidencia en otras manos más capaces y volver a su sitio: al lado de los Boixos Nois.

Fotografía de Roberto J. Madrigal