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ANÁLISIS DE CULTURA

El hurto a los héroes

Fotografía

Por Marta G.BrunoTiempo de lectura3 min
Cultura02-05-2018

2 de mayo de 1808. Huele a luto en las calles de Madrid. Lo perciben hasta los perros que, acostumbrados de facto al zanganeo y la podredumbre, ese día deciden que las sobras se las coma otro. Porque aunque ellos son más de oler, ese día escucharon los sonidos de la alborada. La sublevación popular había llegado.

 2 de mayo de 2018. Huele a desconcierto en las calles de Madrid. El poder afianzado durante años está, o eso dicen las encuestas, llegando al final de la mecha, ese momento en el que o tiras el petardo o te explota en las manos y allá tú con tus dedos.

 ¡A las armas, todos a las armas! ¡Muerte a los franchutes! Un hombre corre desesperado en dirección a la Plaza Mayor. ¡Que se llevan al infante! Cañonazos, disparos, gente corriendo arriba y abajo por las calles. Pasquines por el suelo repartidos el día anterior:

 "Las diez de la mañana es la hora fatal acordada para alzar el telón a la más sangrienta tragedia"

 Un turista chino recoge el escrito anónimo frente a Palacio, en la ya tradicional cola para pagar, y se lo guarda en la mochila a modo recuerdo. Hoy es la publicidad de una obra de teatro. Entonces era el preludio de un día fatal sin que la población lo supiera.

La protesta como derecho llevada a la cotidianeidad se convierte en costumbre normalizada
 La sublevación popular hoy tiene tintes diarios pero sin armas en las manos, sino en el pensamiento, a veces pensaría que único, con frases hechas y proclamas parece que estudiadas en antes bares humeantes de universidad y ahora en despachos. Salimos a las calles porque bien es cierto que tenemos derecho a hacerlo para opinar sobre todo. Copamos portadas y los Timeline de las redes sociales, pese a que por regla general al día siguiente hasta el apuntador se olvida. Porque la protesta como derecho llevada a la cotidianeidad se convierte en costumbre normalizada.

 Según dice el escritor Antonio Gómez Rufo en Madrid, la novela, "los madrileños son pacientes y poco dados a la algarada, salvo cuando les atañen asuntos que, en realidad, importan (…) por eso el madrileño es un pueblo a temer", que a veces peca de inconformismo, apatía, indiferencia. Saltan chispas cuando las orejas al lobo ven asomar. Sean disparos o mentiras del que les gobierna. Los dos lienzos que cuelgan en El Prado explican con pintura lo que ese día nosotros no vimos pero sí Goya. Hoy no hay valentía para pedir un cuadro que explique la situación burlesca en las que nos vemos sumergidos en la capital. 

Hoy no hay valentía para pedir un cuadro que explique la situación burlesca
 2 de mayo de 2018. Por primera vez un presidente en funciones es el anfitrión de la fiesta, salpicada por el hurto de unas cremas y un máster que bendito fuera el día que lo hubiera terminado para no acabar así una carrera que comenzó meteórica.

 2 de mayo de 2017.  Escuchamos a Cifuentes que "el tiempo de los corruptos ha llegado a su fin en la Comunidad de Madrid". Parecía que el capítulo madrileño se zanjaba en un día histórico. Un año después la polémica vuelve a servirse como plato principal, o más bien como postre de los que sienta mal. ¿Son héroes los que recuerdan a nuestros héroes? Me temo que no. Más bien les han hurtado el protagonismo.

Fotografía de Marta G.Bruno