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ANÁLISIS DE INTERNACIONAL

Pasos históricos... ¿reales?

Fotografía

Por Isaac Á. CalvoTiempo de lectura3 min
Internacional30-04-2018

Kim Jong-un es un hombre nuevo. Al menos, eso es lo que parece por lo acontecido en estos primeros meses de año. El líder de Corea del Norte pidió que sus atletas desfilaran y compitieran conjuntamente con los de Corea del Sur en los Juegos Olímpicos de PyeongChang. Posteriormente, Kim dijo que iba a reunirse con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y acaba de anunciar que detiene sus pruebas nucleares y armamentísticas.

Kim Jong-un toma esta medida después de muchos meses de ensayos militares, de desafíos y de tensar una situación que parecía que iba a desembocar en una guerra entre el régimen norcoreano y Estados Unidos (con repercusiones globales si Rusia y China apoyaban a Corea del Norte). Sin duda, que pare su programa atómico es una buena noticia, pero hay que leer la letra pequeña, y esta dice que la pausa se produce porque ya ha conseguido desarrollar el armamento necesario para garantizar la disuasión y la supervivencia del régimen.

Kim, además, quiere impulsar la maltrecha economía de su país, algo que, sin duda, va a venir bien a una población muy necesitada, pero que acabará beneficiando al propio líder. Este verá reforzada aún más su imagen entre sus súbditos, ya de por sí lo suficientemente adoctrinados y con el miedo inculcado desde pequeños.

Estos anuncios se produjeron unos días antes del histórico encuentro que ha tenido lugar en la frontera intercoreana entre el propio Kim Jong-un y el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in. En este se ha acordado distender el conflicto que mantienen las dos Coreas desde la guerra civil que asoló la península, que separó familias y que supuso la división entre el Norte y el Sur.

Desde 1953, los dos países siguen técnicamente en guerra y ambos han transitado por caminos distintos. Corea del Norte abrazó el comunismo e impuso la doctrina individualista del fundador de la patria Kim Il-sung, que heredó su hijo Kim Jong-il, y que ha pasado a su nieto Kim Jong-un. El resultado de estas seis décadas ha sido un país hermético, donde la población sufre penurias y donde los derechos y libertades están cercenados. Mientras tanto, Corea del Sur se alineó con Estados Unidos, se democratizó y su desarrollo tanto económico como tecnológico ha sido sobresaliente. De hecho, algunas de las principales multinacionales son surcoreanas.

La relación entre ambas Coreas ha sido parecida a la de dos hermanos enemistados, en la que uno busca el acercamiento pese al mal comportamiento del otro. Corea del Sur siempre ha deseado llevarse bien con Corea del Norte, ha aguantado desprecios y ha tendido la mano para avanzar en la reconciliación e incluso en la reunificación, a pesar de los desplantes y las amenazas del régimen norcoreano.

Ahora, Corea del Sur ve que su tesón y paciencia durante años parece que empiezan a tener resultados. Sin embargo, no debería confiarse mucho, ya que Kim Jong-un es un hombre inteligente, formado en el exterior y que sabe manejar muy bien los tiempos según sus intereses y necesidades. No es la primera vez que parece que se van a alcanzar grandes acuerdos y luego acaban fracasando y frustrando las expectativas. Por tanto, conviene ser prudentes para evitar que el líder norcoreano vuelva a tomar el pelo a sus vecinos y a la comunidad internacional una vez que haya conseguido lo que quiere.

Fotografía de Isaac Á. Calvo

Isaac Á. Calvo

Licenciado en Periodismo

Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación

Editor del Grupo AGD