ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Reformista o lobo con piel de cordero
Por Isaac Á. Calvo2 min
Internacional23-04-2018
Cuba regresa a la actualidad internacional. La decisión de Raúl Castro de abandonar el timón de la isla es relevante, pues supone que ningún Castro va a estar en el poder desde hace casi 60 años. El apellido Castro va a estar asociado a la historia cubana para siempre, no solo por su longevidad como dirigentes, sino también por las nefastas consecuencias que su dictadura y represión han tenido para la población.
Se abre un nuevo escenario en el que Miguel Díaz-Canel ha sido designado por el partido único para tomar las riendas del país. Sin embargo, de la misma manera que cuando gobernaba Raúl Castro, la sombra de su hermano Fidel era muy alargada, ahora Díaz-Canel va a tener la misma sensación con Raúl. Cuesta mucho creer que alguien que lleva manejando los hilos durante tanto tiempo vaya a renunciar totalmente a esa sensación placentera de hacer y deshacer lo que se quiere con todo un pueblo.
Desde que Raúl Castro asumió el poder (oficialmente, en 2008), se han producido ligeros cambios para flexibilizar la dictadura. Aun así, estos, más que ser un ventaja, son un reconocimiento a lo que se estaba sufriendo en Cuba, donde las libertades están cercenadas y cualquier tipo de opinión contraria al régimen es perseguida. Estas reformas, precisamente por eso, fueron recibidas con alegría, pero se ha demostrado que son insuficientes y que todavía queda mucho camino por recorrer para que la isla avance en el desarrollo económico, social y democrático.
Díaz-Canel es un hombre del régimen y ha desempeñado cargos institucionales desde hace muchos años, pero ahora tiene una gran oportunidad para acometer cambios estructurales. Sin embargo, aunque quiera, va a tener dificultades, ya que Raúl Castro seguirá vigilante. No hay nada en la isla que se haga sin el consentimiento de los Castro (primero Fidel y ahora Raúl), y eso ha calado profundamente tanto en la estructura política como en la social.
Además, esto supone que, como en todos los regímenes comunistas, exista el miedo a ser purgado como consecuencia de cualquier opinión que discrepe de la línea oficial. Por tanto, Díaz-Canel primero tendrá que vencer esa sensación de autocensura y luego ponerse a trabajar, si es que realmente quiere acometer ese proceso de reformas. Es más que posible que esta sucesión política sea solo un cambio de nombres y meramente estética, debido, principalmente, a la avanzada edad de Raúl Castro (está a punto de cumplir 87 años).
El tiempo irá determinando cuál es la postura que adapta Díaz-Canel, especialmente cuando muera Raúl. Es evidente que, en casos como este, las reformas deben hacerse paulatinamente y con moderación, porque todo cambio brusco puede ser traumático. Aun así, habrá que ver si el nuevo presidente de Cuba apuesta por ellas o simplemente se convierte en un líder continuista, hijo de la revolución, por lo que se podría decir que acabará siendo un lobo con piel de cordero.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD