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ANÁLISIS DE INTERNACIONAL

Tres potencias, tres problemas

Fotografía

Por Isaac Á. CalvoTiempo de lectura3 min
Internacional17-04-2017

Estados Unidos está alardeando de su fuerza militar. En menos de 15 días, ha atacado con misiles de alta precisión una base aérea siria, ha lanzado una bomba con casi 10 toneladas de explosivos en Afganistán y está movilizando recursos ante la amenaza de Corea del Norte.

El primero de los casos fue una represalia contra el régimen de Bashar al Asad por utilizar armas químicas contra la población. El segundo fue un ataque contra las infraestructuras y túneles que utiliza el autodenominado Estado Islámico en Afganistán. El tercero responde a las constantes provocaciones del líder norcoreano, Kim Jong-un.

Evidentemente, no es necesario que Estados Unidos enseñe su fortaleza militar porque esta ya se da por sentada, al igual que ocurre con la que poseen Rusia y China, principalmente. En numerosas ocasiones, esta capacidad bélica se desarrolla en acciones que pasan desapercibidas para el gran público, pero que, sin embargo, tienen enorme importancia para las estrategias de cada país. Aun así, todos ellos recurren a las demostraciones pomposas porque el ser humano se deja impresionar por los grandes fastos, porque alientan el nacionalismo y porque sirven de recordatorio para aquellos que tiene memoria frágil o menosprecian al adversario.

A pesar de la exposición pública de la fuerza estadounidense en Siria, Afganistán y Corea, los tres casos son tan complejos que la opción militar es la menos adecuada, y aún menos si se afronta individualmente. Nadie debe olvidar que se trata de Siria, cuya guerra dura seis años, ha provocado miles de muertes y de refugiados, y en donde Estados Unidos y Rusia tienen posiciones enfrentadas en cuanto a qué hacer con el régimen de Al Asad. Asimismo, afecta a la lucha contra los terroristas de Estado Islámico, no solo en Siria, sino también en Afganistán e Irak, y cuyos miembros y simpatizantes son capaces de golpear en cualquier punto del mundo.

Además, está el problema con Corea del Norte, que lleva seis décadas provocando a la comunidad internacional con sus bravatas y pruebas militares, con dos objetivos claros: primero, conseguir ayudas a cambio de rebajar la tensión y poder paliar las hambrunas de su población; segundo, desarrollar armamento que disuada a quien planee atacarles para derrocar al régimen de Kim, de modo que este pueda mantenerse durante generaciones, como ya lo lograron su abuelo y su padre.

En este trío de desafíos es imprescindible alcanzar el mayor consenso posible dentro de la comunidad internacional. No es sencillo porque prevalecen los intereses propios antes que los globales, especialmente en el caso de Corea del Norte, con China como principal apoyo, y en el de Siria, con Rusia como valedor fundamental del régimen de Al Asad.

Convendría que Estados Unidos, Rusia y China dialogaran para minimizar las consecuencias de estos conflictos e intentar solucionarlos. Son diferentes, complejos y ocurren en distintos lugares del planeta, pero los tres suponen un riesgo real para el conjunto de la población. Además, por si no fuera suficiente, son motivo de discrepancias y hasta de enfrentamiento entre las grandes potencias, lo que los convierte en aún más peligrosos.

Fotografía de Isaac Á. Calvo

Isaac Á. Calvo

Licenciado en Periodismo

Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación

Editor del Grupo AGD