ANÁLISIS DE INTERNACIONAL
Adiós, goodbye
Por Isaac Á. Calvo3 min
Internacional03-04-2017
La primera ministra británica, Theresa May, ha iniciado el procedimiento formal para que Reino Unido abandone la Unión Europea. Ya han pasado nueve meses desde el referéndum y durante este tiempo ambas partes han tratado de asimilar lo ocurrido en la consulta popular. El resultado fue imprevisto, principalmente, porque la UE cumplió con los requisitos que en su día impuso el entonces primer ministro David Cameron para permanecer en el seno comunitario, al tiempo que conseguía ventajas para su país.
Sin embargo, celebrar un referéndum tiene sus riesgos, y aún más cuando se hace sin ser estrictamente necesario, ya que puede deparar resultados sorprendentes porque los votantes quieran dar un voto de castigo a quien lo convoca. En este caso, la salida británica de la Unión, solo obtuvo el 51,9%, una cantidad muy ajustada para un asunto tan importante y que ha generado división social.
Es normal que después de 44 años cueste romper las relaciones, especialmente entre dos instituciones tan fuertes. Esta situación se podría equiparar a un divorcio: dependiendo de la actitud de ambas partes, los trámites serán más sencillos y amistosos, o más tortuosos y conflictivos. Afortunadamente, aquí no hay niños que puedan ser utilizados en contra del otro, pero seguro que existen asuntos en los que surgen discrepancias, especialmente si se habla de dinero.
La Unión Europea se siente dolida por la pérdida de un miembro tan poderoso. Aun así, no debería desesperarse, ya que si sabe gestionar esta situación va a aprender de la experiencia y, por tanto, mejorar y crecer. Es Reino Unido quien más puede verse perjudicado por el Brexit, a pesar de ser una gran potencia. Y no solo por perder las ventajas de permanecer en la UE, sino que su salida tiene consecuencias territoriales internas. Ya empieza a sufrirlas en Escocia, que pide un nuevo referéndum sobre su permanencia en Reino Unido porque considera que ha cambiado el escenario en el que se votó en 2014.
Además, hay que prestar especial atención a Irlanda del Norte y a lo que supone que Reino Unido abandone la Unión Europea, teniendo en cuenta que la población norirlandesa comparte isla (y numerosos sentimientos) con los irlandeses, que se mantienen en la UE. Establecer algún tipo de frontera entre ambos, controles, o trabas burocráticas puede hacer aflorar resentimientos antiguos provocados por el conflicto entre unionistas y republicanos, que tantas víctimas y tanto odio causó.
Asimismo, tampoco hay que olvidarse de Gibraltar, donde el 95,9% de los que votaron en el referéndum apostaron por mantenerse en la UE. Con el Brexit, los gibraltareños temen perder privilegios y quedar como un aspecto residual en las políticas de Reino Unido.
Ya se ha iniciado oficialmente la ruptura entre Reino Unido y la Unión Europea. Ahora hay un margen de dos años para que se culmine el proceso a través de las negociaciones, que no van a ser sencillas. Como es lógico, las partes van a defender sus intereses. En este punto, es importante que la UE se muestre como una voz única, aunque sean 27 miembros. Los británicos son un imperio, tienen experiencia política y son expertos en defender lo que les conviene. Por tanto, no es descabellado que busquen seducir individualmente a algunos países comunitarios para minar la fuerza de la UE, tal y como muestra la histórica frase de "divide y vencerás".
En cualquier caso, lo lógico sería que la ruptura entre Reino Unido y la Unión Europea fuera lo más cordial posible, ya que ambos van a tener que seguir manteniendo lazos debido a su posición geoestratégica, a intereses comunes y a la vecindad. Siempre es mejor afrontar conversaciones futuras y nuevos desafíos con cordialidad que con rencor.
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Isaac Á. Calvo
Licenciado en Periodismo
Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación
Editor del Grupo AGD