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ANÁLISIS DE ESPAÑA

España no era Somalia

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España20-02-2017

No son las primeras y a buen seguro no serán las últimas, pero España ha asistido los últimos días a dos imágenes que vienen a confirmar el desenlace de un relato que arrancó hace aproximadamente una década. La primera es la de tres de los nombres más mediáticos de la trama Gürtel entrando en la cárcel para cumplir 13 años de condena. La segunda es la sentencia que condena a Iñaki Urdangarin a seis años y tres meses de prisión. Este es el epílogo de una historia que comenzó en aquellos años locos, cuando la corrupción no sólo no figuraba entre las primeras preocupaciones de los españoles, sino que en cierto modo hasta se toleraba como un mal menor. Vivíamos bien, no faltaba de nada. Tuvo que llegar una crisis para preguntarnos dónde estaba el dinero de todos, que no era de nadie, dijeron. Y ese dinero apareció en bolsillos privados y en cuentas en Suiza. Salió gente a la calle a protestar. Incluso hubo plazas que se llenaron de tiendas de campaña para denunciar que no había pan para tanto chorizo. También otras cosas más discutibles que presentaban a España casi como un Estado fallido. Al mismo tiempo hubo fiscales y jueces y ciudadanos que se pusieron manos a la obra. Y en la respuesta a todo eso, España se la jugó de verdad como Estado de Derecho. Otra vez.

El nudo de esta obra nos obligó a aprender de delitos que no sabíamos ni que existían, como que recibir regalos podía llevarte a la cárcel. Cohecho impropio se llama y estuvo siempre en el Código Penal sin que nadie reparase en ello. Empezó a haber banqueros, empresarios y políticos de todo rango y condición, hasta la hermana de un rey imputados, juzgados, condenados… también absueltos. Los escépticos que hoy proclaman que estaba cantado el final judicial de la infanta son los mismos que en su día vaticinaban que jamás sería procesada enarbolando todo tipo de teorías conspiranoicas. Hay a quien le puede parecer poco, pero la Justicia es una cosa y la turba es otra. La primera tiene sus reglas, como que todo el mundo tiene derecho a un abogado, y si tienes dinero, a un buen abogado. Los hay que piensan que en este país la Policía, la Guardia Civil, los fiscales y los jueces actúan siempre bajo órdenes políticas. Basta contar los millones de votos que se han dejado los dos principales partidos en este viaje para descartar tamaño ejercicio de masoquismo.

Vale que la Justicia en España es lenta y que Madof en EEUU tardó unos meses en ser condenado a 150 años de cárcel, pero todo llega. El final de esta historia, aunque ha tardado en llegar, tiene como inevitable moraleja antipopulista que meter la mano en la caja tiene consecuencias y que las instituciones en España, con todas sus carencias, funcionan. España no era Somalia.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio