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ANÁLISIS DE ESPAÑA

¿Qué hacías tú mientras tanto?

Fotografía

Por Alejandro Requeijo Tiempo de lectura3 min
España30-01-2017

Dos imágenes. Dos sucesos, uno convertido en viral y otro que ha pasado más desapercibido. El primero nos lleva a Murcia, concretamente a una zona de bares donde una jauría de lobos se ensaña con una chica que, en el suelo, intenta protegerse de los golpes. No hace falta detenerse mucho en descripciones porque a estas alturas ya quedarán pocos que no hayan visto el vídeo. Luego sabríamos que los agresores eran un grupo radical de extrema izquierda y que la víctima de la brutal agresión está vinculada a la extrema derecha, según la Policía. Una trifulca entre radicales que, sin embargo, en ese momento eran solo 15 animales pegando a una chica en la puerta de un bar. Había más gente presenciando la paliza, entre ellos el que grabó con el móvil. Pero había más, varios que mientras se suceden las patadas no hacen el menor amago de intervenir. No les juzgo. Si las agallas se vendieran en los quioscos, la sociedad no tendría héroes a los que admirar. Simplemente constato el hecho de que se quedaron parados. Mirando desde su palco vip con vistas privilegiadas al suceso del que todo el mundo hablaría esa noche en la zona para poder dar cuenta de todos los detalles sin que seguramente nadie les preguntase: "¿y qué hacías tú mientras tanto?". Nada.

Ni siquiera corrieron a interesarse por la joven una vez había desaparecido el peligro. Durante varios segundos quedó ahí tirada en el suelo sin que nadie se acercara. En la vida uno siempre puede elegir entre la libertad individual de no meterse en líos y el reto de hacer lo que debe. No hace falta conocer los motivos de una agresión para saber que quince contra uno merece de un árbitro que pare la pelea. Y aún a riesgo de parecer machista, con más razón si son quince maromos pateando a una chavala. La vida, que es puñetera, nos pone el silbato al cuello sin previo aviso varias veces a todos. Tampoco son muchas, pero sí unas cuantas. Las suficientes como para tener varias oportunidades de saber dónde está cada uno. Puede ser una pelea en la puerta de un bar, un acoso diario en un aula, unos chavales pasándose de la raya con alguien en un autobús… Quién no ha tenido en la vida escenas así delante de sus ojos. Y qué hacíamos mientras tanto. Ninguno estamos capacitados para juzgar el miedo de los otros, pero sería un comienzo no poner excusas. "No había porteros, se quedó bloqueado, eran muchos"… miedo y punto. Y no lo juzgo, hay que verse ahí.

Sin embargo, no cabe otra cosa que admirar a aquellos que sí deciden jugársela. Siempre es digno de reconocer a esos hombres y mujeres que pudiendo elegir entre la comodidad del anonimato, renuncian a ella para compartir con todos su talento o sus dones. Llevado al extremo, la valentía es un don que no todos tienen y ante la que sólo cabe rendirse en elogios cuando se expresa en casos como el del segundo suceso. Madrid. Es media tarde. Mariano y su mujer pasean por Getafe a la salida del ambulatorio. Él tiene el corazón delicado. De pronto se topan con varios niñatos que están atracando a un hombre. "¿Y qué hacías tú mientras tanto?". Otra vez esa maldita pregunta y la vida poniéndole a Mariano un silbato al cuello a sus 69 años y con un corazón pachucho que no resistió los zarandeos de los atracadores ante los que se encaró. Quedó su mujer tratando de reanimarle sin éxito. También algún periodista como mi compañero Gonzalo, que se acercó al lugar para contar su historia. Aunque nadie lo hubiese grabado con el móvil.

Fotografía de Alejandro Requeijo