Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE ESPAÑA

25 de diciembre ¡pum! ¡pum! ¡pum!

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España19-12-2016

Imagina una serie en la que el protagonista no es un narcotraficante sino un etarra que, oculto tras un pasamontañas, nos desea felices fiestas desde un enorme cartel publicitario: “25 de diciembre ¡pum! ¡pum! ¡pum!”. Ahora piensa en las víctimas de esos disparos, que fueron los asesinados, sus familias, pero también el conjunto de una sociedad entera que es indudablemente más libre desde que cesó ese ¡pum! ¡pum! ¡pum!. Algo que, no está de más seguir recordando, no llegó precisamente por el convencimiento autocrítico de los pistoleros, sino como resultado de una conquista del Estado de Derecho, sus leyes y sus fuerzas de seguridad. Una sociedad mejorada, por tanto. Pero volviendo al cartel, habrá quien diga que sólo es publicidad. Y tendría razón. La publicidad vende conceptos y la gente es lo suficientemente madura para saber que hace falta mucho más que fumar Malrboro para ser un cowboy o que por mucho que te rocíes el cuerpo de un determinado desodorante, el índice de probabilidad de ligarse a 20 chicas en una discoteca sigue siendo tan bajo como siempre.

Pero el argumento que valía entonces a las feministas contra AXE debería servir ahora para rechazar el cartel publicitario de Pablo Escobar deseando a todos los madrileños una “blanca Navidad”. Porque la publicidad, en su deseo de vender productos, acaba estableciendo ciertos cánones, muchas veces discutibles. Ahí están los anuncios de detergentes rara vez protagonizados por un hombre que no hacen sino redundar en una concepción machista del hogar. En este caso, el polémico cartel de Pablo Escobar permite deducir un trasfondo que, de forma más o menos consciente, termina por blanquear el consumo de droga y al mismo tiempo a su protagonista, uno de los narcotraficantes más despiadados de la historia. Porque la droga mata.

Y convendría dejar de tratar a los niños como trozos de carne que solo usan sus teléfonos móviles con conexión a Internet para cazar a Pikachu. Están bastante más informados de lo que habitualmente se piensa. Más de uno se sorprendería al comprobar desde qué edad un menor puede entender perfectamente que la blanca Navidad de ese cartel no se refiere a la nieve. Son muchos los millones de euros que nos hemos gastado los españoles en campañas contra el consumo de drogas como para que ahora se frivolice sobre el principio irrenunciable de que la droga es mala.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio