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ANÁLISIS DE ESPAÑA

¿Alsasua? Algo habrían hecho

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España17-10-2016

Cada mañana, antes de subir al coche, tocaba agacharse para comprobar que ETA no hubiese colocado ningún artefacto en los bajos del vehículo. Era una rutina macabra obligatoria a pesar de que muchos sabían que una mera inspección ocular inexperta probablemente no fuese suficiente. El miedo no desaparecía del todo hasta que no se encendía el contacto y se circulaban los primeros metros de un nuevo día sin que pasase nada. Hasta la mañana siguiente. Todos los días durante años. Así vivieron muchas personas dentro y fuera del País Vasco. Con uniforme y sin él.

Esta semana se cumplen cinco años del cese definitivo anunciado por ETA tras medio siglo de atentados. Aún hubo quien no se fiaba y siguió agachándose cada mañana una temporada más hasta que se convenció de que esta vez iba en serio. Hoy la banda no es más que un puñado de pistoleros desperdigados por Europa y varios centenares de presos olvidados en las cárceles. Cuando salgan comprobarán el fracaso de la causa por la que arruinaron la vida de tanta gente y la suya propia. Es el resultado de la inequívoca derrota propiciada por la acción policial y judicial. Pero si el final de ETA en el plano operativo no admite discusiones, el balance político de estos cinco años es mucho menos halagador.

Cuando uno se imaginaba el final del terrorismo esperaba algo parecido a lo que sucede en Alemania cuando se pregunta por el nazismo. Uno no esperaba otra cosa que sus responsables y aquellos que les jalearon agachando la cabeza avergonzados. Esperaba una condena unánime sin mensajes ambiguos o justificaciones de ningún tipo. ¿Qué fueron ETA y sus tentáculos si no otra forma de nazismo? ¿Acaso no hubo una persecución selectiva contra un sector concreto de la población? Por si no fuesen suficientes los votos de Bildu en cada cita electoral, episodios como el de Alsasua recuerdan hasta qué punto la victoria sobre ETA y lo que representa todavía no es total. Una paliza de cincuenta contra cuatro. Las víctimas son dos hombres y dos mujeres.El delito de ellos, ser guardias civiles. El delito de ellas, ser sus parejas. Da igual las razones ¿acaso estuvo justificado alguna vez?

Todos los partidos han condenado las agresiones excepto los de siempre. Sortu pasó el corte del Tribunal Constitucional entre otras cosas porque se comprometió a desarrollar “su actividad desde el rechazo de la violencia como instrumento de acción política o método para el logro de objetivos políticos, cualquiera que sea su origen y naturaleza”. Nadie duda de que la presión que desde hace años se ejerce en Alsasua contra la Guardia Civil tiene el objetivo político de hacer desaparecer de Navarra a las fuerzas de seguridad, es decir, al orden constitucional, es decir, España. No es otra cosa que la vieja reivindicación de ETA sobre una mesa técnica de diálogo que a día de hoy se pudre en aquel papel mojado que fue la Declaración de Aiete. Sin embargo, Bildu sigue sin condenar lo de Alsasua. Descartada la posibilidad de que apelen esta vez al recurso de las dos violencias, quizá intenten hacerlo pasar por una discusión de borrachos en un bar. Terminarían antes si se quitan la careta y dicen lo que realmente les pide el cuerpo. Que digan otra vez eso de “algo habrían hecho”.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio