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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

El consentimiento

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad28-06-2016

Este artículo se iba a titular ‘La estampida de los búfalos’, por aquello de que el sentir general de los últimos días hacía prever la jubilación política de Rajoy y la llegada al gobierno de ‘la gente’ con el tan manido sorpaso. Pero, según avanzaban los resultados electorales de la noche del 26-J, los búfalos parecían más adormilados que nunca y el presunto ruido que los iba a asustar para comenzar su carrera despavorida hacia el precipicio no fue el de los fuegos artificiales de la formación morada para celebrar el fin de fiesta de la democracia. Así que quedó aparcada aquella idea de indios y vaqueros para la consulta de la almohada.

Pero la almohada también mintió, como los españoles en las encuestas. Es más, el lunes fue ese lunes que muchos rechazan por su halo nefasto y, para muchos, la resaca fue más triste que la del mismísimo Pablo Iglesias. Al fin y al cabo, aunque la vida es política, la vida también continúa a pesar de ella, aunque los candidatos quieran o no quieran pactar, aunque los programas ya estén en el contenedor de reciclado de papel y aunque los aspirantes a gobernar nos vayan a dar los veranos con reuniones, ruedas de prensa y pactos.

Hasta los políticos, vencedores y vencidos, los del plasma y los televisivos, los azules y los rojos, los morados y los naranjas, acabarán en la dormición eterna de un campo santo (o ateo, según los gustos). Llegó el lunes y los españoles siguieron madrugando, yendo a trabajar, preocupándose por los suyos, lidiando con sus problemas e, incluso, muriéndose (el peor de los resultados, según se mire).

Acumular experiencias obliga a que la vida se vaya quedando en la cuneta, para bien y para mal. Y esto fue lo peor de este lunes, el recuerdo de aquellas dos compañeras de trabajo que hace una década, en torno a los 25, hacían cábalas sobre el día de sus bodas mientras releían un texto prestado para el momento del consentimiento.

Ojalá que los ojos dorados de una de ellas hayan encontrado el brillo de la alianza verdadera en la que siempre creyó y que sigan con el resplandor con el que se encendían con aquellas muchas palabras que me atreví a pronunciar en uno de los días más felices de mi vida. A cambio, acepté el regalo de los consejos de su familia para perfumar con lavanda los armarios y repeler a los mosquitos, aquella elegancia clásica con la que siempre vestía, su capacidad de trabajo, su voz susurrante y su genio.

Por eso este artículo se titula así, a golpe de la dura resaca del primer lunes triste que muchos tendrán sin ella, aunque presumiblemente, bajo sus ojos dorados, una sonrisa imaginaria aplaudiría en su rostro blanco que la manada de búfalos no hubiera acabado despeñándose por el precipicio de la ‘nueva’ política.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

Las personas, por encima de todo