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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

Sancho Panza

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad27-04-2016

Con tanto centenario de Cervantes, hablar de la legendaria obra de don Miguel es referirse a ese estrambótico personaje enloquecido por las novelas de caballería. Pero pocos se acuerdan del bueno de Sancho Panza, el llano hombre de campo que montaba en un pollino y ponía los pies en la tierra a su caballero imaginario con un refrán y otro también. 

Una vez encarné el papel del fiel escudero en una obra de teatro en la escuela en la que nadie quiso ofrecerse para representar a este simpático antihéroe. Y aquello fue reflejo de lo que Sancho representa: la esencia del ser humano que, conducido por la ambición de todo hijo de vecino, aspira a gobernar la ínsula de Barataria desde la sencillez y normalidad.

Pero, no nos engañemos. Por mucho que le queramos ignorar, entre los españoles hay más Sanchos que Quijotes, simples seres humanos que no quieren problemas y que soportan con paciencia las ocurrencias del amo de turno, capaz de ver en básicos molinos de viento a auténticos gigantes. 

Pero, idendificarnos, nos identificamos con el caballero andante venido a menos, que se cree portador de gran hidalguía y merecedor del amor de una fina dama que luego resulta no ser tal, ni lo uno, ni lo otro. Nos creemos Quijotes sin, en un buen número, haber leído de corrido la magna obra de don Miguel, al que un día de estos alguien le atribuirá origen marciano por, según diría Sacho, arrimar el ascua a su sardina.

Pero, a la hora de ser el bueno de Sancho, como me ocurrió en el instituto en una de esas obras en la que el personaje quería parecerse a Salomón, pocos voluntarios hay para meterse un cojín bajo la camisa y memorizar una retahíla de refranes que contienen verdades como puños. Por ello, estos días de centenarios, libros y cultura, los Quijotes y sus escuderos tendríamos que aprender que las dos Españas a las que representan salen mejor paradas de los aconteceres cotidianos juntas. Y que Sancho Panza, sin quien no se entiende don Quijote, debe ser más protagonista.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

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