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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Cataluña y Euskadi

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España14-03-2016

Las personas en el País Vasco que quieren la independencia se han reducido del 30 al 19 por ciento en sólo dos años, el dato más bajo desde 1998. Lo dice el Sociómetro Vasco, organismo que no depende de ningún oscuro think tank españolista precisamente, sino del propio Gobierno vasco. La relevancia del dato ayuda a contestar una pregunta fundamental a la hora de analizar la cuestión y que consiste básicamente en determinar si en el sentimiento independentista va antes el huevo o la gallina. Es decir, si son los políticos quienes se suben a una espontánea ola ciudadana o quienes la alimentan o amplifican cuando no la generan directamente. Esta pregunta sirve también para Cataluña, imposible no caer en la comparación. Siendo Euskadi y Cataluña dos regiones con presencia histórica del independentismo, su situación actual es tan distinta como el discurso adoptado por sus gobernantes en los últimos años.

La frialdad de los datos siempre ha dado la espalda a Mas en su deriva rupturista. Ya sea el presunto agravio cometido por el Constitucional contra un Estatut, que no fue a refrendar ni la mitad de los catalanes, hasta la derrota del independentismo en las últimas elecciones plebiscitarias. Lejos de modular el discurso, su reacción siempre ha sido echar más leña en una hoguera en la que se ha quemado él mismo y su partido tras casi 30 años gobernando. Ese caldo de cultivo ha dado alas, en cambio, a opciones radicales como ERC o directamente antisistemas como la CUP, minoría incontrolable de la que ha terminado dependiendo todo el proyecto fallido de Junts pel Si.

Urkullu, que goza del mérito de ser el político mejor valorado en su comunidad pese a ostentar la Presidencia, poco tiene que ver con Mas. Ni siquiera con Ibarretxe. Todo ello para desgracia de un Otegi que envidia lo sucedido en Cataluña e invita a Pablo Iglesias a acompañarle en viaje de ruptura similar al emprendido por Mas. Otegi sale de la cárcel como esos pistoleros etarras que tras varias décadas a la sombra regresan a su pueblo y encuentran que nada es como lo imaginaban. El líder abertzale ha estado menos tiempo en prisión y ya contaba al salir con que no encontraría una Euskal Herria independiente. Pero además su urgencia emancipadora choca con la realidad que marca ese pírrico 19 por ciento y la propia estrategia de su partido, plasmada en la ponencia Abian: menos matraca independentista y más política social para frenar el empuje de Podemos. Otegi es como ese colega que llega tarde a la fiesta e insiste en seguir la marcha cuando el resto están ya de bajón.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio