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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Se busca culpable

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España29-02-2016

Convendría recordar que tras convertir la política en un reality show durante los dos últimos meses, el único acuerdo tangible que se debatirá en el hemiciclo surgió de una reunión cara a cara entre Sánchez y Rivera para la que no avisaron a la prensa ni mandaron a sus segundos. Sería exagerado calificar de secreto ese encuentro y cualquiera que tenga lugar estos días en el Congreso de los Diputados, más concurrido que unas rebajas del Primark, pero es que veníamos de una escalada de exhibicionismo que llegó a rayar en lo ridículo. El cambio de formato supone al menos un motivo de esperanza contra los adalides de la transparencia, que ven un avance democrático en que Pedro Sánchez anuncie en twitter que el futuro de España depende de que deje de comunicar el teléfono de Pablo Iglesias: “he intentado contactar con @Pablo_Iglesias_ pero no ha sido posible”. “Acabo de llamar a Pedro Sánchez. Hemos hablado 20 minutos”, tranquilizó el de Podemos después en la misma red social. Eso pasó. Un domingo por la tarde. Reflexionemos. “Que yo sepa, la Transición no se hizo por streaming”, recolocó la cosa un Rivera que estrenaba matrimonio con el PSOE sin caer siquiera en la tentación de imitar la salida del Juzgado de Sara Montiel después de casarse con aquel cubano: “¿Pero qué pasa? ¿Pero qué invento es esto?”.

Aunque, como la Saritísima, el líder de Ciudadanos también se guardó la exclusiva del enlace para el día siguiente, no escondió su traición a los sagrados principios de la regeneración que en ese momento se consagraban escrupulosamente en la sala de al lado. Como mandan los cánones,con periodistas a la puerta, una veintena de subalternos de la nueva política sin corbata se encerraban con luz y taquígrafos para salir cinco horas después celebrando haber pactado algo. Nada menos que un índice para no perderse en la siguiente reunión. Eso los mismos que llevan dos meses apelando a la urgente necesidad de que España tenga ya un Gobierno. En esas dos reuniones queda básicamente resumido todo lo acontecido tras el 20D. Por cierto, en ninguna de las salas estaba ni se le esperaba al ganador de las elecciones. El debate de investidura será el penúltimo gran número final. Luego los sondeos, Oráculo de Delfos de nuestros días, confirmarán estrategias u obligarán cambios de rumbo y quien sabe si hasta de pareja. Esas encuestas afectarán también a la repetición de elecciones, horizonte asumido íntimamente por todos y para el que llevan semanas afilando argumentos y agravios. Mientras, en público, dicen trabajar para lo contrario.

Pero Rivera y Sánchez saben que Rajoy nunca aceptará la invitación de lo que básicamente consiste en desalojar del poder a la fuerza más votada y derogar toda la legislatura pasada. Insisten porque la clave no es hallar el pacto, sino encontrar a quien culpar de que no haya pacto ante la previsible repetición de elecciones. Y así todos. Rajoy tampoco está dispuesto a ceder, aunque la alternativa fuese que Sánchez se entregase al abrazo del oso de Podemos. Permitiría ese escenario apocalíptico para España -según el discurso de los populares- amparado en que fue Sánchez quien rechazó su oferta de un acuerdo estable. Los socialistas, por tanto, tienen la culpa en su afán de imponer un cordón sanitario a siete millones de votantes. Por su parte Iglesias también sabe que referendum, Vicepresidencia, ministerios clave, un Gobierno paralelo... todo eso es inasumible para Sánchez, por mucho que sólo les separen 300.000 votos. Pero para Podemos es todo o nada. Tampoco les vale compartirse con Ciudadanos. O se está con ellos (la gente) o se está con la casta. Esa es su vocación de consenso, protesta el PSOE. He aquí la gran estafa al ciudadano estos dos últimos meses: las fronteras entre lo nuevo y lo viejo se han terminado diluyendo en torno a un patriotismo de partido que les iguala a todos y del que la nueva política, definitivamente, tampoco ha venido a salvarnos.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio