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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Pero, ¿de qué iba la obra?

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura4 min
España08-02-2016

Han pasado ya varios días desde la detención de los titiriteros y no resulta fácil resolver la duda sobre el argumento de la obra, cuestión clave para discernir el posible enaltecimiento del terrorismo que ha generado la polémica. Este artículo también podría arrancar, terminar o incluso titularse con la frase “Gora Alka-ETA” y como mínimo sería necesario leerlo antes de enmarcar la expresión en la reivindicación o la condena del terrorismo. Vaya por delante el mea culpa de periodista desinformado si alguien de los asistentes a la representación ha acudido a algún medio de comunicación a dar cuenta de la moraleja, más allá de la consecución de escenas cuanto menos desagradables. Alguien que pueda aclarar, al menos, si el juez ahorcado o la mujer violada eran presentados como víctimas o villanos. La web que impulsó Carmena con el anunciado objetivo de aclarar controversias de este tipo no aporta gran cosa. Pese a a ser el fuego que envuelve estos días su gestión, el tema ocupa un lugar secundario. En su versión de que no sabían nada del argumento, se limita a reproducir una ambigua sinopsis libre de spoilers.

Tampoco ayuda el auto del juez que envía a prisión a los titiriteros. Recoge la versión de éstos de que buscaban un juego de palabras para decir “Viva Al Qaeda-ETA”, pero nada sobre el contexto. Más datos aporta la explicación de la CNT Granada a la que pertenece uno de los detenidos. El sindicato anarquista dice que la pancarta se muestra en un momento de la función en el que uno de los malos, un policía, golpea a la protagonista hasta dejarla inconsciente y para justificar su acción le atribuye una falsa integración terrorista. Un montaje policial. A saber, los malos son el juez, el policía, la monja y el propietario de una casa que había okupado la víctima. La echa y además la viola. Hasta la Bruja Avería (“¡Viva el Mal, viva el capital¡”) advertiría que la cosa se ha ido de las manos. De ser cierta esta explicación, denotaría los muchos pájaros que anidan en la cabeza de los titiriteros, pero sigue ofreciendo dudas acerca de que el objetivo fuese enaltecer el terrorismo si se entiende que ETA y Al Qaeda entran en la trama como argumento criminalizante.

Pero la discusión jurídica no restaría un ápice de torpeza a la desafortunada elección para un acto con público infantil. Ayudaría, eso sí, a reconducir el debate más hacia una cuestión ideológica. Para todo es necesario tener talento y ni esto puede ser considerado sátira, como tampoco las viñetas de Charlie Hebdo pueden ser interpretadas desde el humor. Ada Colau no tardó en salir en defensa de la libertad de expresión de los titiriteros, faltaría más, por delante de los niños de entre 3 y 6 años, que asistieron a un espectáculo con apuñalamientos, violaciones y ahorcamientos, siempre según la CNT. Sería ingenuo dejar la cuestión sólo en un asunto de mal gusto y obviar la intencionalidad ideológica de la obra: los jueces y los policías son corruptos, las monjas y los propietarios, inhumanos. Ante ellos, queridos niños, está justificada la venganza violenta. La misma compañía actuó en Madrid cuando la alcaldesa era Ana Botella, lo que permite pensar que a Carmena se la pueden haber colado. Pero en su caso ya van unas cuantas polémicas con el mismo telón de fondo. Habrá quien piense que Madrid tiene problemas más importantes, pero no es necesario recordar aquí la importancia que le da a los gestos el Ayuntamiento cuya fachada corrió a dar la bienvenida a los refugiados. Por todo ello sería tranquilizante una censura contundente de la alcaldesa y exjueza y por tanto parte aludida. Por haberse exhibido la función ante menores, pero también por el mensaje de la obra. Sobre todo por el mensaje.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio