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ANÁLISIS DE INTERNACIONAL

Batalla fría

Fotografía

Por Isaac Á. CalvoTiempo de lectura3 min
Internacional29-06-2015

Las relaciones entre Estados Unidos y Rusia no pasan por buenos momentos. Es tal el nivel de crispación que podría decirse que están en una batalla fría. No llega a la Guerra Fría que preocupó al mundo durante décadas en la segunda mitad del siglo XX, pero sí existen elementos que evidencian el conflicto.

La espiral de la acción-reacción es muestra de ello. Cada uno va tomando medidas que son respuesta a otras adoptadas previamente por la parte contraria. Y así sucesivamente en diferentes ámbitos, y con damnificados que se extienden más allá de los gobiernos.

El presidente ruso, Vladímir Putin, quiere recuperar el esplendor y la influencia que tuvo la Unión Soviética. Sin embargo, los tiempos han cambiado, y muchos de los países que en su día estuvieron bajo el manto de Moscú miran ahora a la Unión Europea y a Estados Unidos.

Es como querer recuperar a una antigua novia, pero que ya ha rehecho su vida y tiene otra pareja. Por tanto, no solo de trata de cortejar y camelar a la ex, sino que, además, se tiene el escollo de la nueva relación.

Los flirteos de Ucrania con Occidente llevaron al despechado Putin a arrebatarle Crimea y a instigar una rebelión prorrusa en los territorios ucranianos del este. Las sanciones impuestas a Rusia por esta razón tuvieron su respuesta en las restricciones económicas y de importación de productos hacia Rusia. Esta cuestión sigue sin resolverse y las consecuencias aún se están sufriendo.

 

Rusia está usando la fuerza militar de manera soterrada en Ucrania, pero alardea públicamente de su enorme capacidad bélica. Además, como gran potencia que es, no tiene ningún tipo de reparo en anunciar planes de rearme y en amenazar a todo aquel que vaya contra los intereses rusos.

La respuesta estadounidense no ha tardado en llegar. La Casa Blanca ha aprobado el despliegue de tropas y material bélico en territorios aliados de la Europa del Este. Cabe esperar que la tensión diplomática, militar y económica aumente en las próximas semanas.

Sin embargo, como la experiencia es un grado, es de suponer que tanto Estados Unidos como Rusia sepan hasta dónde pueden llegar y no sobrepasen los límites que den origen a un conflicto mayor. Evidentemente, en este tipo de asuntos hay muchos intereses en juego, pero también hay una parte de postureo para demostrar la fuerza al adversario y granjearse la admiración de la población interna.

Y este es uno de los mayores objetivos de Vladímir Putin: demostrar al mundo y a los rusos que Rusia ha renacido de sus cenizas después de la desintegración del bloque soviético a principios de la década de 1990. Putin lleva en el poder desde finales de 1999 (bien como presidente o como primer ministro) y su mandato acaba en 2018 (si no sale reelegido). En estos 16 años, el líder ruso ha conseguido que su país recupere la relevancia gracias a su convicción y a no tener reparos en usar todos los medios (políticos, económicos, militares…) a su alcance, incluso saltándose la ley.

Estados Unidos y sus aliados tienen que comprender que se han terminado los tiempos donde hacían y deshacían a su antojo, casi sin oposición, debido a la debilidad rusa. Ahora, Rusia debe volver a ser tenida en cuenta y, como gran potencia que es, hay que llevarse con ella lo mejor posible, por el bien de todos.

Fotografía de Isaac Á. Calvo

Isaac Á. Calvo

Licenciado en Periodismo

Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación

Editor del Grupo AGD