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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Exámenes finales

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España08-06-2015

Era un ritual ineludible cada año por estas fechas preveraniegas. Otra vez lo habías fiado todo a la última noche antes del examen desoyendo los augurios de las mejores encuestas, que en este caso suele ser una sufrida madre, sin duda el más afinado de los sondeos cuando se trata de calibrar las opciones académicas de un hijo. Ahí, en la soledad del mal estudiante, las horas avanzaban tan rápido como el tañido de unas campanas anunciando la más que previsible “hostia”, en palabras de Rita Barberá. Y en el fragor de la enésima apelación a la épica era inevitable hacer balance y arrepentirse de todo el tiempo desaprovechado durante el curso.

En esa zozobra del que asume que se le ha echado la realidad encima se encuentra Rajoy desde que los resultados del 24M le situaron de golpe en lo alto de un ring al que nunca tuvo muchas ganas de personarse. Siempre pensó que la herencia recibida y el cambio de rumbo económico serían suficientes para aguantar otra legislatura más. Pero ha sonado la campana del último asalto y al darse la vuelta le han quitado hasta el taburete en una esquina en la que aún se escucha a Arriola aconsejar a su púgil no gastar fuerzas contra los “frikis”. Entre los aduladores de antes ahora hay hasta quien le pide que se mire al espejo y otros se debaten entre tirar la toalla o hacerse con ella un sayo.

El nuevo panorama político avecina pactos de todo tipo con una única ideología en común: retomar el cordón sanitario contra el PP. Salvo que haya un KO, Rajoy tiene muchas opciones de perder a los puntos. La situación le obliga a un cambio de estrategia después de tanto tiempo desaprovechado, algo que en su caso tiene especial delito pues no se recuerda en democracia un presidente y un partido que aglutinasen tanto poder. No sólo era la mayoría absoluta, sino el abrumador poder territorial y el estado comatoso del PSOE, su principal y entonces único rival.

Este Gobierno podría haber empleado todo este tiempo para emprender una verdadera regeneración democrática desde la comodidad que otorga la posibilidad aritmética hacer lo que te de la gana. Han sobrado amnistías fiscales y finiquitos en diferido y ha faltado valentía para hacer la limpieza de presuntos a la que ahora le han obligado los ciudadanos en las urnas o Rivera de cara a los pactos. Pero sobre todo lo que ha faltado es un presidente presente a la hora de abanderar un discurso que justificase tanto sacrificio en torno a un proyecto común e ilusionante en lugar de salir por la puerta del garaje cuando se le demandaban explicaciones. Eso ha pasado aquí.

Rajoy dimitió de aquello, ha preferido todo este tiempo refugiarse en su personaje de hombre previsible que a diferencia de Zapatero no guardaba conejos en la chistera. Afianzado en ese perfil casi hasta la caricatura se aferró en exclusiva a las matemáticas. Su sorpresa ha sido comprobar que cuando los resultados han comenzado a llegar nadie le ha subido en un autobús descapotable y le ha paseado por la ciudad. Primero porque los datos de momento no son de sobresaliente que digamos, pero sobre todo porque durante todos estos años han sido otros los que han aprovechado la dejación de Rajoy para acaparar el mensaje, fijar el diagnóstico y monopolizar el relato. Y ahora llegan los llantos y las lamentaciones, que diría una madre.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio