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SIN CONCESIONES

¡La economía, estúpido!

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura5 min
Opinión14-05-2015

Cualquiera que haya leído un poco de política y de economía conoce esta célebre frase. "The economy, stupid" nació en Estados Unidos como una consigna interna de la primera campaña electoral de Bill Clinton. Su estratega James Carville estaba convencido de ganar a George Bush si el discurso del aspirante abandonaba la política exterior y abordaba asuntos más próximos al ciudadano como la economía y la sanidad. El éxito de aquella táctica catapultó la fama de su ideólogo y transformó una frase provocativa en mítica. Desde entonces, resurge en cada campaña electoral. Decenas de políticos, periodistas y expertos poco originales repiten a los cuatro vientos el mensaje "¡Es la economía, estúpido!". Parece un mantra que garantiza la victoria. Pero no siempre es así. En nuestra historia reciente está, por ejemplo, la derrota del PP en 2004. De nada sirvió el milagro económico tras los atentados terroristas del 11-M.

Los españoles suelen votar por algo más que economía. Nadie en este país ha gestionado mejor que José María Aznar y, sin embargo, antes del 11-M ya era denostado por la arrogancia, las mentiras y el elitismo de los dos últimos años. De nada sirvió que la economía fuera como un tiro y batiera los récords de empleo. Aznar era un firme defensor de que la economía es lo primero en la gestión pero nunca descuidaba otros factores de la política. Muchos de los que crecieron a los pechos de aquella opulencia aprendieron como papagayos a recitar eso de "¡Es la economía, estúpido!" pero olvidaron otras lecciones aún más importantes. Ahora sufrimos las consecuencias. Junto al perfil técnico de muchos altos cargos del Gobierno actual, de aquellos polvos se explican los lodos formalistas e insensibles de la presente legislatura.

Rajoy pensó que, si daba la vuelta a la economía, los españoles acabarían arrodillados
Mariano Rajoy ganó las últimas elecciones generales gracias a la economía. A la desastrosa economía gestionada previamente por José Luis Rodríguez Zapatero. Ganó sin hacer otra política que esperar a que el adversario se pudriera en su propio fango. Sin grandes esfuerzos, Rajoy obtuvo una amplísima mayoría absoluta con la promesa de sacar a España de la crisis. Durante más de tres años, ha centrado ahí todo su empeño y se ha jugado el futuro a una sola carta. En el PP le critican sotto voce por haber renunciado a otros asuntos que arañan votos. Pero especialmente critican su mínima dedicación a explicar los recortes del comienzo del mandato, las difíciles decisiones que se vio obligado a tomar por la herencia recibida y los motivos que le forzaron a incumplir su propio programa electoral. Pensó que, si daba la vuelta a la economía, los resultados le darían la razón sin más y los españoles acabarían arrodillados ante un nuevo milagro económico.

La realidad es radicalmente distinta. En todos los sentidos. La realidad económica efectivamente es inversa a la que Rajoy encontró al tomar posesión en La Moncloa. El PIB de España caía un 0,6% en 2011 y ahora crece muy por encima del 2%. En 2011 el paro subió en más de 600.000 personas mientras que en el último año ha caído en más de 400.000. Totalmente diferente en menos de cuatro años. Pero la realidad sociológica también ha cambiado. Al comienzo de la legislatura los ciudadanos veían a Rajoy como el salvador, como la esperanza para salir de la crisis. ¡Y lo ha cumplido! Sin embargo, el último barómetro del CIS pone de manifiesto que el 62% de los españoles tacha su gestión de "mala o muy mala" y el 85% declara tener "poca o ninguna confianza" en el presidente del Gobierno. ¿Cómo es esto posible? ¿Dónde quedó el mito de Es la economía, estúpido? Bill Clinton puso el acento en la economía pero al mismo tiempo demostró simpatía, sensibilidad, cercanía...

De nada sirven las finanzas si el discurso político lo dictan los adversarios
De nada sirve gestionar los problemas más cercanos al ciudadano si luego aparentas vivir a años luz en La Moncloa. De nada sirve bajar los impuestos antes de las elecciones si la gente aún no te ha perdonado por subirlos nada más jurar el cargo. De nada sirve preservar el Estado de Bienestar si en la calle recuerdan los recortes y tijeretazos a los servicios públicos. Y, sobre todo, de nada sirve triunfar en el despacho con las finanzas si mientras tanto regalas los espacios de debate para que el discurso político lo dicten los adversarios. Por supuesto que la economía es importante, claro que sí. Pero aún más importante es elaborar el relato histórico día a día y medida a medida. Sólo así se convence a los votantes.

En La Moncloa creen que la aplastante victoria de David Cameron en Reino Unido ratifica la tesis de Rajoy de que con la economía y sólo con la economía se ganan las elecciones. Olvidan que David Cameron no sólo ha gestionado las finanzas. No ha dejado de hacer política y ha afrontado sin miedo batallas dialécticas complicadas como la independencia de Escocia. Tiene valentía y tiene discurso. Ha devorado a sus contrincantes y a su propio socio de gobierno. El bolsillo de los contribuyentes es importante, muy importante. Pero en España se vota por más razones que la economía. Pueden llamarme estúpido, pero estoy convencido de ello.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito