Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE CULTURA

Almas fusiladas

Fotografía

Por Marta G. BrunoTiempo de lectura2 min
Cultura14-01-2015

Crespones negros lucen los corazones de media España. Lo hacen en el interior de cada uno porque todavía no ha llegado lo que se podría tildar casi de tendencia. Las tijeras rasgan telas para lucir lazos de dolor. Antes se llevaban por dentro. "En la guerra, todo verdugo es también una víctima". Es la guerra como telón de fondo, el encuentro como un suspiro que nubla el alma.

El autor de la frase es Alberto Conejero, el mismo que ha dado voz al último amor trasnochado de Federico García Lorca. Rafael Rodríguez Rapún. Estudiante de Derecho e Ingeniería de Minas, la musa hecho hombre para los Sonetos del amor oscuro del héroe que murió antes de tiempo. Dos bandos enfrentados que sólo superan sus diferencias cuando azota un mal mayor, sea sobrenatural o fruto de la raza humana, a veces casi más duro que los estragos de la naturaleza.

Y las endorfinas cubren con un velo impoluto ese olor a carne quemada, a disparos, a sangre fresca, a demasiadas cosas sin hacer, a muertes tan tontas como duro es el orgullo. La pregunta: ¿Desaparecemos del todo? Se la hace Rafael a su bello amado, que se enamora sin haber testado antes la carne del mismo sexo, al que las tablas del teatro hierven su pecho y lo sumergen en un idilio que, como los mejores, mal terminan.

Y mientras se hace Rafael esa pregunta el amor le puede a Lorca para romper sus billetes hacia México. Granada, lugar seguro. Fecha de la muerte: 18 de agosto de 1936. El calor no confunde, o sí, a almas trastocadas que fusilan almas sin importar un pimiento si cojean de un pie o del otro.

Y Rafael se preguntaría si desaparecemos del todo. Le dio tiempo a hacerlo un año más, inmerso en Federico, porque con el alma perdida por el odio de la guerra murió como otros tantos. Figura que se queda en el lugar de combate.

Son las historias de amor más bellas las que se suceden en medio de una guerra, donde se demuestra que el ser humano tiene un hilo de vida superior a toda la barbarie. #JesuisLorca, dirían entonces los seguidores del ilustre poeta. Sin crespones negros, sólo con la oscuridad de frías casas de piedra, blancas fachadas que refrescan en las noches de verano, braseros de invierno hasta que la escarcha se vaya y también el combate. La piedra oscura se llama el último recuerdo del amor, el honor a La Barraca en obra de teatro en pleno siglo XXI.

Fotografía de Marta G. Bruno

Marta G. Bruno

Directora de Cultura de LaSemana.es

Licenciada en Periodismo

Estudio Ciencias Políticas

Trabajo en 13TV

Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press