ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Copas y décimos de Navidad
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad17-12-2014
Copas de Navidad y décimos de lotería parecen ser las dos únicas preocupaciones de los españoles en estas fechas. Da la impresión de que hay menos recelo a la moda de emborracharse con los amigos o los compañeros de trabajo que a reunirse con la familia para celebrar estas fiestas. Es más, algunos creen que hay poco o nada que celebrar, sumidos en el recuerdo de los que no están porque murieron o porque las circunstancias obligan a no compartir mesa con ellos. Se anquilosan en la nostalgia, alargando el gesto y condenando a los suyos a recordarles tristes cuando ya no estén. La melancolía entonces pasa a ser una herencia. Aún el listo del ser humano no ha inventado el don de la ubicuidad para estar donde se debe y donde se quiere al mismo tiempo y parece que tampoco el del sacrificio y la responsabilidad. Salvo excepciones, claro. Pero otras preocupaciones hacen más difíciles estos días. A pesar del leve repunte económico al que se refiere el Gobierno, muchas familias pasan estas fechas gracias a la solidaridad de otros y del trabajo de quienes colaboran con organizaciones como el Banco de Alimentos, Cáritas y Cruz Roja. Para muchos hay poco que celebrar con el estómago vacío. Y, a miles de kilómetros, aunque quizás no tantos, hay quienes celebran la Navidad arriesgando la vida por esa razón que da sentido a estas fechas. Pero en suelo patrio, entre brindis y brindis la suerte empujará a algunos a descorchar botellas y ducharse con sidra, cava y champán. El sorteo de la Lotería de Navidad volverá un año más a ilusionar a los españoles (cada vez más extranjeros se apuntan a participar en este sorteo) para ver si repuntan sus siempre presumiblemente mejorables economías. Ahora resulta que todo el mundo es de clase media, cuando hay más ricos ricos que antes. Sin embargo, casi todo el mundo quiere ser rico, aunque las borracheras y la lluvia de millones no arreglan las muchas carencias que imponen las modas y las prisas de esta sociedad. Brindar y desear el bien a las personas que nos rodean es agradable, como lo es invitar a los demás porque niños de San Ildefonso cantaron nuestro número. Pero mantener los buenos propósitos durante todo el año y no malgastar los euros exige más esfuerzos. Ojalá lo aprendamos de una vez. Aunque sea entre copas y decimos de lotería y escuchando de fondo el runrún del primer discurso de Felipe VI como rey, sin magia, por supuesto.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo