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SIN CONCESIONES

Lo que funciona no se toca

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión01-09-2014

Me van a permitir, al menos eso espero, que arranque esta temporada con un motivo más banal. Quizás lo agradezcan después de un mes de agosto de descanso generalizado y de neuronas tumbadas en la arena, sin otra preocupación que cubrir los instintos básicos del ser humano. Comer, dormir y ser feliz... que no es poco. Los futbolistas son casi los únicos que trabajan -si puede llamarse así- en el mes en que toda España parece detenerse. Ellos contribuyen con sus preparativos amistosos y torneos de verano a que las vacaciones sepan más a vacaciones. Pero algunos de los presentes hemos sentido preocupación en vez de entusiasmo con las decisiones que toman los dueños de este deporte. Lo que la Liga de Fútbol Profesional (si es que merece este calificativo) ha hecho con el Murcia, por irnos a un extremo, es una vergüenza. Lo que Florentino Pérez está haciendo con el Real Madrid, si miramos la otra punta, es un suicidio. Hay una máxima en toda organización. Es muy sencilla de entender pero, al parecer, difícil de aplicar. Consiste en conservar y proteger a los responsables de un éxito, tanto si es individual como si resulta colectivo. En todos los equipos hay personas que tiran del carro más que otros. Pueden tildarse de líderes, de responsables o simplemente de comprometidos. La cuestión es que resultan fundamentales para alcanzar los logros y, por eso, hay que cuidarlos más que al resto. Parece fácil de asumir pero no siempre sucede. Valgan como muestra las marchas repentinas de Xabi Alonso y Ángel Di María del fútbol español. Son de los mejores jugadores de la Liga, extraordinarios e insustituibles en sus posiciones e imprescindibles para sus selecciones nacionales. Sin embargo, han salido corriendo en el último minuto porque "alguna persona" -como reconoció El Fideo- no ha sabido o no ha querido valorar su trabajo. Su pérdida sería irreparable para cualquier equipo. Para el vigente campeón de Europa, es como asomarse al precipicio. Ningún jefe en ninguna organización querría perder a dos de sus puntales: el cerebro que organizaba el juego y el correcaminos que asistía en todas las posiciones. Sin embargo, el Real Madrid de Florentino Pérez ha creído que puede permitirse prescindir de dos de sus estrellas a cambio de otras dos que posan mejor en las fotos, que tienen una sonrisa Profiden y que han acumulado fama en el Mundial de Brasil. Sustituye a dos valores consagrados por dos cromos fabulosos para el álbum de los niños. El Ser Superior, como le definió Emilio Butragueño en 2005, empieza a repetir los mismos errores que le empujaron a dimitir meses después y que hundieron al mejor club de la Historia en una crisis monumental. Cuando el Real Madrid ganó la Copa de Europa en 2002, la única de las nueve que tenía hasta ahora Florentino, llenó el equipo de abejas reina y prescindió de las obreras. Así le fue... El error se visualizó especialmente con la marcha de Makelele, el único centrocampista que defendía y que cohesionaba las líneas. Desde su marcha la plantilla no volvió a ganar nada pese a componerse de una galaxia de estrellas. Ahora se repite la Historia. Los hechos recientes demuestran que los cambios ideados por el Ser Superior están siendo tan nefastos como los que llegaron tras ganar la anterior Copa de Europa. Lo que bien funciona jamás debe tocarse porque cualquier cambio sólo sirve para empeorar las cosas. Si encima provocas una revolución, el fracaso está garantizado. Sólo los iluminados y los que caminan por la vida con aires de mesías cometen semejantes errores. No sólo hablo de fútbol, pues en la política son aún más habituales este tipo de personajes. Ahí queda el recuerdo de José Luis Rodríguez Zapatero, que sin tener los conocimientos emprendió un cambio de modelo económico y en apenas cuatro años tumbó las claves del crecimiento del país. Aún sufrimos las consecuencias de aquel desastre. Entre el mesianismo y el tancredismo en la gestión hay puntos intermedios que conviene explorar. Claro que hay que hacer cambios en las organizaciones, pero con aquello que no funciona. Esa es la receta para mejorar las cosas. Pero cuando se tocan las claves del éxito el proyecto sólo es susceptible de empeorar. A ver si algunos lo aprenden de una vez.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito