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ANÁLISIS DE LA SEMANA

Garzón y Aznar, las cosas claras

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura3 min
España07-07-2002

Los ha sentado en el banquillo y pide que se bloqueen sus cuentas. Baltasar Garzón comenzó un periplo casi personal, se diría, contra el entramado de ETA, contra ETA, contra lo que es, lo que fue, lo que sea y tenga el nombre que tenga. Y ahora responsabiliza a Batasuna como subsidiaria civil de los daños causados en la kale borroka. Hace unos años era políticamente incorrecto decir : son los mismos. Los que matan, los que queman el autobús y los que están en el parlamento. Todos tienen un mismo objetivo, están comunicados, se conocen, se apoyan. Cada uno en su trinchera, todos en la misma guerra. Hace unos años era casi un pecado decir lo que todos sabían. Y quién se hubiera imaginado que un juez de la Audiencia Nacional del que todos se reían cuando quiso emprender carrera política porque su voz parecía la del Pato Donald llevaría su batalla contra el terrorismo hasta las últimas consecuencias. Se equivocó entonces Garzón, pero desde que descubrió que la política no era lo suyo reencontró su camino, su vocación y el lugar desde el que él podría trabajar por lo que considera un mundo mejor. Suponemos, claro, que por eso lo hace. Desearía preguntarle por esos motivos profundos que le llevan a jugársela con tantas ganas. Tenemos un partido, el Popular, con un líder que en algo recuerda a garzón. José María Aznar es de esos que hacen equipo; sabe cerrar filas cuando se le desmadran sus colaboradores y dejará todo un aparato de partido que casi funcionará por sí mismi cuando se marche, muy al contrario de lo que hizo Felipe González con el PSOE. Esta semana ha vuelto a dejarlo claro: él es el que manda, y cuando hay que tomar decisiones con grandes repercusiones, si los miembros de su equipo no saben ponerse de acuerdo, no duda en tomar las riendas del asunto, y hacerlo públicamente. Es un presidente que ha ido aprendiendo a jugar con los catalanes al juego que ellos juegan pero, sobre todo, es un hombre que tiene las cosas claras. Y ésa es la única manera de llegar, al menos, a algún puerto. La experiencia, la bondad intrínseca y el sentido de las decisiones políticas que tome serán las claves para valorar si es o no buen puerto al que se ha llegado. La deriva más despiadada es la consecuencia de estar en manos de, no la inexperiencia, sino la falta de proyecto. Pues sí: Garzón y Aznar son dos hombres interesantes, de esos a los que apetece hacer una entrevista en profundidad sobre cómo son ellos, por dentro, sobre sus temores, sus fortalezas, sus experiencias con la soledad, con las decisiones difíciles que deben tomar, sobre la experiencia de la responsabilidad, la forja de la voluntad, las noches sin dormir, el sentido de su vida, el miedo perderla, el espanto que debe producir tener a una familia a rastras de lo que uno hace y las formas de abordar esos problemas para que puedan convertirse en oportunidades para recorrer el camino con más dignidad... Los dos tienen las cosas claras. Menos mal.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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