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IMPRESIONES

«Hazte mejor que ellos»

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión04-07-2014

El discípulo preguntó: «Dime, Diógenes, ¿cómo lograré vengarme de mis enemigos?» El sabio griego respondió: «Hazte mejor que ellos». La contestación del maestro contiene dos virtudes propias de una muy buena respuesta. En primer lugar, no evade la pregunta –lo que no es poco–. En segundo lugar, es capaz de cambiar el foco del discípulo desde lo mezquino y particular hacia la grandeza esencial. El camino que ha de recorrer el discípulo desde el lugar espiritual en el que hace su pregunta hasta poder encarnar la respuesta del maestro sería un recorrido muy parecido al del Batman de la trilogía de Christopher Nolan. De la venganza exterior del «ojo por ojo» al camino interior paulino de «vencer el mal desde el bien», tarea que empieza por uno mismo. Recordé esta anécdota de Diógenes mientras meditaba si me gustó o no el final del discurso de Felipe VI, en el que citando al Quijote dijo: «No es un hombre más que otro si no hace más que otro». Esa cita, en su contexto original, viene a decir que la nobleza no tiene que ver con el nacimiento, sino con la acción, el mérito, el servicio real que alguien ofrece a los demás. El dramatismo implícito de esa afirmación es que Felipe VI considera que hay una distancia entre ser rey porque lo dicen los papeles –por una cuestión legal– y ser rey por merecimiento propio –porque hace las cosas mejor que otros–. Por cómo he explicado la frase, creo que ya me entiendes. De entrada suena humilde, parece ponerse a nuestra altura el afirmar que tanto él como nosotros somos mejores o peores no por cuna, sino por méritos. En realidad, a lo que suena esa frase es a liberal y, en boca de un rey, a una extraña combinación de paternalismo liberal. Ni el rey –ni nadie– es mejor que otros por nacimiento, ni el rey –ni nadie– es mejor que otros por méritos propios. El rey no es ni mejor ni peor que nosotros. Es uno de los nuestros al que le toca, por cuna –y no por méritos– representarnos. Y por eso –y no por méritos– le hemos pagado entre todos una buena educación. Y porque todos le hemos pagado una buena educación para que nos represente y sea símbolo de nuestro país, por eso –y no por méritos propios, ni por cuna– ha de ser ejemplar. Y ser ejemplar no es ni ser perfecto, ni ser el mejor. Ser ejemplar es tratar de hacer lo que hay que hacer como hay que hacerlo, rectificando después de cada error, que será a menudo. De esa forma, por lo que hace y por cómo lo hace -pero no porque lo hace mejor-, alguien resulta ejemplar, es decir, hace mejores a quienes se dejan irradiar por él. Dicho todo lo anterior, hay un sentido en el que la frase de Felipe VI me parece atinada. Y ese sentido es el que revela la anécdota de Diógenes. El valor de la corona en el siglo XXI no está en su capacidad para vengar o aniquilar a sus enemigos, sino en su lucha por la ejemplaridad, que no consiste en ser mejor que otros, sino en ser ejemplar, es decir, en mejorarnos a todos. Esa es, sin duda, la mejor venganza.

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach