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SIN ESPINAS

Orgullo heterosexual

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura2 min
Opinión01-07-2002

Hoy voy a salir del armario: soy heterosexual. Y empieza a herirme el orgullo que cada año se le de tanto bombo en los medios a los actos, que por estas fechas, organizan los grupos homosexuales de todo el mundo. La manifestación de este sábado en Madrid abrió los informativos de las principales cadenas por delante incluso del Mundial. ¡Qué escándalo! Quitarle ese honor a la final de consolación entre Corea y Turquía cuando, por cierto, no ocurre nada más importante en el mundo. La agenda de los Medios está tan hueca que cualquier asunto que pueda llamar fácilmente la atención se convierte en cita habitual. Como las rebajas, la lotería de Navidad, la selectividad, la vuelta al colegio, el síndrome tras las vacaciones. Son noticias que todos los años se orientan de tal forma que si emitimos el trabajo informativo hecho el año anterior nadie notaría la diferencia. La falta de originalidad y el exceso de mediocridad- que no las presiones de los grupos homosexuales- hacen que cada año tengamos que asistir a la reivindicación de no sé qué derechos. En una hipotética manifestación del orgullo heterosexual ¿qué derechos reclamaríamos? Pero si mis prójimos homosexuales tienen los mismos que yo. Son tan hombres cómo yo. O para que no haya suspicacias, si son tan seres humanos como yo. ¿Qué piden entonces? ¿ Derechos especiales para homosexuales? Sería injusto ¿no? ¿ Qué se les respete, no se les discrimine y se les quiera mucho? Pero si eso es un derecho que tiene y merece todo ser humano. Si es una obligación moral que tiene el hombre para con sus hermanos. Qué pidan esos derechos para todos. Con este tipo reiterado y público de manifestaciones de identificación, son ellos los que se empeñan en marcar las diferencias con el resto. Se excluyen voluntaria o involuntariamente de la normalidad de cualquier ciudadano. Creo que a estás alturas no tienen razón de ser estos actos; más que para llamar la atención o dar el cante. Es que ser gay significa ser muchas cosas, me dirá alguno. Es un modus vivendi, lleva consigo una idiosincrasia, una actitud ante la vida. Entonces, la inclinación sexual es lo que menos me aberraría de tener que aberrarme algo. Pero como no me gusta ese verbo tan connotativo, diré que lo que no me aberra me aburre ya soberanamente. Cómo ver a los representantes sindicales y de izquierdas luciendo el palmito electoral en la cabecera de estás manifestaciones. A ver si Cándido Méndez se apunta también a ésta, mi manifestación de orgullo heterosexual. En vez de cumplir con citas tan reiterativas, anacrónicas y demagógicas.

Fotografía de Javier de la Rosa