ANÁLISIS DE SOCIEDAD
El hombre que susurra a los geranios
Por Almudena Hernández1 min
Sociedad30-04-2014
La primavera ha explotado como un castillo de fuegos artificiales. Todo ser viviente lo percibe y lo muestra y hasta los geranios del patio sonríen a la fiesta de la naturaleza que supone esta estación del año. Ya lo avisaron hasta las golondrinas con sus vuelos ágiles, rápidos y elegantes semanas atrás: ha llegado la señora. Pero para que tanto colorido, revuelo y alboroto alcance la cumbre antes hubo que ascender por las laderas pedregosas, abruptas y heladas del invierno, ese oso dormido con apariencia de moribundo o, incluso, de cadáver, al que también hay que cuidar. Dicen las abuelas de pueblo, inmensas en sabiduría aunque jamás hayan pisado la universidad, que hay que hablar a las plantas para que crezcan sanas y hermosas. El hombre que susurra a los geranios lo sabe. Y, aunque su conversación con ellos apenas alcance las tres palabras completas, invierte en paciencia los cuidados de sus macetas durante todo el año. Poda, abona, busca un refugio con luz, quita malas hierbas y, si se despista algún tallo o se despereza alguna flor antes de tiempo, los sacrifica. También con sus geranios ha aprendido que la belleza momentánea es mucho más efímera y que, aunque el objetivo es que sus plantas de origen africano resplandezcan cada primavera como un castillo de fuegos artificiales, una sola flor no hace al conjunto, sino que como él, es un mero instrumento para construir un mundo mejor y embellecerlo, sin gritos, sin palabras, con susurros.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo