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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

La que va a caer

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad16-04-2014

Aunque la Semana Santa caiga en agosto una ley meteorológica no escrita acabaría por fastidiar las procesiones que estos días llenan las calles españolas. A falta de puentes son las primeras vacaciones del año, y también las primeras en las que, aunque aún queda mucha penitencia de crisis, el ánimo del españolito de a pie parece dispuesto a querer ver luz al final del túnel. Así que no es plan de decir a quienes se van de puente que va a caer el diluvio universal durante los esperados días de asueto para que no hagan las maletas, se metan en un atasco y alegren el mes a los hosteleros. Una de las imágenes que seguramente se repita estos días es la de los devotos llorosos porque el mal tiempo impidió sacar su paso a la intemperie. Es verdad que la riqueza artística e histórica de muchas de esas tallas religiosas se pondría en peligro bajo la lluvia. También los materiales de los ornamentos, hábitos, bordados, menaje, platería, encajes, joyas y orfebrería se estropearían seriamente. Pero tampoco es menos cierto que eso a lo que rememoran las cofradías con su plasticidad y suntuosidad fue, seguramente, mucho más sencillo: un nazareno al que alababa la muchedumbre mientras entraba en Jerusalén a lomos de un borrico; un Ecce Homo ensangrentado, sucio y al que provocaría horror mirar que murió como un delincuente, desnudo y prácticamente solo. En esa situación poco habría importado que lloviese ¿No? Esto no significa que haya que renunciar a las tradiciones, ni ordenar fundir la platería y descoser los bordados de las estandartes y hábitos. Pero aprender a descansar, desconectar y divertirse aunque haga mal tiempo y a vivir la fe desde la sencillez tampoco vendría mal. Un nuevo gesto del Papa Francisco ha vuelto a llamar la atención: este Domingo de Ramos lució un báculo que habían tallado para él en madera unos presos romanos. No brillaba ni estaba decorado de forma fina y con piedras preciosas. Pero rememoraba la sencillez de aquella entrada en la ciudad a lomos de un pollino. Y eso Él, a diferencia de los hombres del tiempo con las previsiones de nubes y claros, sabía la que le iba a caer.

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

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