IMPRESIONES
#Ilusiones2014
Por Álvaro Abellán1 min
Opinión30-12-2013
Quizá sea pura convención que en Noche Vieja y Año Nuevo hagamos balance de lo vivido y proyección de futuro. Que eso coincida en invierno, cuando los días abrevian y el sol inverna, parece menos arbitrario: la retirada de la naturaleza nos invita a recogernos también a nosotros, aunque gastemos infinitos recursos energéticos para contradecir al cosmos. En cualquier caso, nada convencional y muy humano es el autoexamen y renovar la ilusión. Los finales de ciclo, sean naturales como el invierno o el caer de la noche, sean programáticos como el año laboral o el curso académico, son un buen momento para hacer memoria del pasado e imaginación del futuro. Los sótanos del alma atesoran, especialmente: nuestros objetivos y proyectos –logrados o no–, acontecimientos que cambiaron nuestro día a día, obstáculos que marcaron nuestro carácter y aprendizajes importantes. En todo eso y además de eso, están, por encima de todo, las trayectorias vitales que enlazamos con algunas personas, por lo que a todo lo anterior conviene añadir presencias y ausencias significativas. Todo eso podemos re-cordarlo o volver a pasarlo por el corazón. Re-memorarlo o traerlo al presente. Así intensificamos nuestra experiencia de vida. Hacemos presente todo lo relevante de nuestra historia. Somos más nosotros mismos. Reforzamos los cimientos donde miramos al futuro. Ilusionarnos, proyectarnos, imaginar lo que todavía no es y queremos que sea son también esfuerzos necesarios. Adensar nuestro pasado tiene sentido, sobre todo, para re-instalarnos en un presente cargado de futuro. Necesitamos de la esperanza en acto, de un futuro anticipado y ya gustado, sea más o menos posible o imposible, más en este mundo o en el otro, aunque mejor si armonizamos los dos, porque todo futuro que merezca la pena es en primera persona del plural. Nosotros. Las #Ilusiones2014 pasan por nosotros.