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SIN CONCESIONES

El anti Berlusconi

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión07-10-2013

Protestamos por los políticos españoles pero cuando veo a Berlusconi doy gracias a Dios de que sea italiano. ¡Era lo que nos faltaba! A sus escándalos sexuales, condenas judiciales, mafias empresariales, uso torticero de los medios de comunicación, operaciones de cirugía estética, derrotas electorales, tinte de pelo... ahora puede sumar otro dudoso servicio a la patria que tanto dice defender y en realidad mancilla todos los días. Su último favor al país ha consistido en tambalear el Gobierno de Enrico Letta apenas cinco meses después de tomar posesión. Italia ya resulta de por sí difícil de gobernar como consecuencia de la fragmentación política. Así que sólo faltaba que Berlusconi amenazara con tumbar al primer ministro si no le salvaba de sus cuentas pendientes con la Justicia. En España tendremos políticos insensibles y antipáticos pero ninguno es como Silvio Berlusconi. Por malos o corruptos que sean, caen más tarde o más temprano. En Italia han necesitado 20 años para abrir los ojos y darse cuenta de que Il Cavaliere es un cáncer para el sistema. El país necesita estabilidad en las instituciones, fe en los gobernantes, confianza en las reformas y paciencia, mucha paciencia para enderecer la situación. El nuevo primer ministro, Enrico Letta, ha dado por finalizada la era Berlusconi. Pero las irregularidades e injerencias no cambian de un día para otro. Harán falta muchos años para invertir los hábitos e instaurar una nueva forma de hacer política. En España, por ejemplo, hemos necesitado dos años de intensas y desagradables reformas económicas para dar la vuelta a la situación. Ahora empieza a vislumbrarse el final del túnel, aunque la crisis no ha terminado. España no tiene a Berlusconi. Al revés, cuenta con un presidente del Gobierno situado en las antípodas del carismático político italiano. Si Berlusconi posee un imperio de medios de comunicación, Rajoy infravalora a los periodistas. Si Berlusconi recurre al quirófano para quitarse arrugas, Rajoy ni siquiera se maquilla en sus actos públicos. Si a Berlusconi le abandonan los propios compañeros, Rajoy conserva una amplia mayoría absoluta en las Cortes Generales. Si Berlusconi piensa exclusivamente en él, a Rajoy le importa poco su baja valoración en las encuestas. Berlusconi gobernaba para sus propios intereses personales. Rajoy ni siquiera atiende a los de su partido, motivo por el que tanto le critican los suyos. Sólo le preocupa el bien común del país, ni siquiera el de cada uno de los ciudadanos. Mira el conjunto por encima de individualidades o colectivos. Rajoy no es un santo, como no lo somos ninguno. Pero a lado de Berlusconi parece la Madre Teresa de Calcuta. Criticamos a los políticos españoles pero los italianos son muchísimo peores. Hollande, Cameron o Merkel tampoco están para tirar cohetes, aunque la canciller alemana acabe de revalidar el cargo en las elecciones generales de su país. En España nos cuesta apreciar lo que tenemos. Solemos no reconocer su valor hasta que lo perdemos. Sólo en la añoranza reconocemos la verdadera importancia de las personas y de las cosas. Y por eso tantas veces nos arrepentimos cuando es demasiado tarde. Deberíamos quedarnos con lo bueno cuando es más que lo malo, especialmente cuando augura un cambio de tendencia cada vez más evidente. Por algo la prima de riesgo española vuelve a estar por debajo de la italiana, como sucedía antes de empezar la crisis. Con políticos como Berlusconi, Italia retrocedía hacia el abismo. En España, en cambio, avanzamos hacia la recuperación. Poco a poco, pero al menos avanzamos.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito