ANÁLISIS DE CULTURA
Culto al tiempo
Por Marta G. Bruno2 min
Cultura11-09-2013
Una noticia desgarradora removía muchas tripas. Cinéfilos encandilados por su mueca curiosamente no forzada, forjada de un aire agresivo que le llegó a convertir en una “leyenda sexual”. Y lo es por esa tendencia a adentrarse en el personaje, al que al final se parece tanto que la diferencia parece inexistente. Jack Nicholson, virtud de actor encasillado en el género misterioso para después rozar el absurdo de la pulcritud, dejaba la profesión. La mente de forma instantánea deja el presente y hace un barrido rápido de imágenes. El tiempo pasa demasiado deprisa y no se apiada de nadie. El rumor corrió como la pólvora. Nicholson ha perdido la memoria y los guiones son un objetivo imposible. Los medios de comunicación a veces jugamos a eso que se llama teléfono escacharrado y que por desgracia no sólo se queda en cosa de niños. Muchos dieron por cierta la información. Horas después, una persona cercana al actor lo negaba. Jack Nicholson no está hecho un chaval, pero se defiende. El tiempo vuelve a dar al enamorado de El resplandor o Alguien voló sobre el nido del cuco otra oportunidad. Y los periodistas seguimos "matando". La generación de actores se renueva con cierta rapidez, con ligeros aspavientos que nos devuelven a los 90 con el regreso de una Julia Roberts conservada en formol o Meryl Streep. Un Bill Murray que, si uno se descuida y se pone a ver Los cazafantasmas, se pega un susto de muerte al comparar su rostro con el de Rock the kasbah. Reconozcamos que no lucen ni la mitad de lo que fueron, ni de cara ni de producto. El cine cambia de cara cada diez años, y pasa por el taller cada 20. Y los que se aferran al terrible síndrome de la estrella estrellada se empeñan en interpretarse a sí mismos. Otros, como Brad Pitt, se mueven entre la calidad y la superproducción ambiciosa y vacía. Y hay otros, como Woody Allen, que consiguen reinventarse con cada cinta. Aunque no está tan claro que mezclar a Sharon Stone con Sofía Vergara en Fading gigoló sea ejemplo de ello o de fiasco estrambótico sexual. Todo apunta a genialidad. Y digamos que el paso del tiempo y el polvo dan algo especial al cine. Y si no que se lo digan a los hermanos Coen, que de un asalto a la taquilla bastante pobre, se han convertido en lo más in del cine excéntrico culto Y de nuevo, el tiempo se detiene para disfrutar un poco más de una generación al borde del relevo.
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Marta G. Bruno
Directora de Cultura de LaSemana.es
Licenciada en Periodismo
Estudio Ciencias Políticas
Trabajo en 13TV
Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press