IMPRESIONES
Ética de la recepción
Por Álvaro Abellán1 min
Opinión03-01-2013
Cuántos regalos nos ofrece el día sin que reparemos en ellos. Cuántos, el año. Vienen de personas. Vienen de la naturaleza. Vienen, quién sabe de dónde. Vienen, pero no siempre sabemos recibirlos. Y los regalos y las gracias se pierden. Y es malo para ellos. Y es malo para nosotros. En las teorías del Arte hay quien habla de la necesidad de una Ética de la recepción. Se refieren a la actitud adecuada para acoger la obra. La actitud adecuada para la obra; pero, sobre todo, la actitud adecuada para nosotros, para crecer con la obra. George Steiner identifica la ética de la recepción con la cortesía. Hay que ser cortés con el poema, el cuadro, la sinfonía. Cortesía. Con todo lo que encierra esa palabra: galanteo y cortejo, sensibilidad y buenas maneras, querer y no saber si querer, al mismo tiempo. La obra de arte, como la vida regalada y graciosa, es así. Se nos da. Discretamente. Sin ruido. Podemos pasar de largo. Y es malo para la obra y la vida. Y es peor para nosotros. Acoger y cortejar no es nada fácil. La ventaja de la vida, y del arte, es que es paciente. Se entrega una vez sí y otra también. Aun discreta, insiste. Aun callada, se revela. Podemos entrenar. Nos dejan entrenar. Nos entrenan. La vida y la obra nos enseñan a acoger y a cortejar. Lo intentamos. Fallamos. Aprendemos. Lo volvemos a intentar. Cuántos regalos nos dio el 2012 sin que reparemos en ellos. Cuántos, el 2012. Vienen de personas. Vienen de la naturaleza. Vienen, quién sabe de dónde. Vienen, pero no siempre sabemos recibirlos. Empieza 2013. Perdón: recibimos al 2013. ¿Lo volvemos a intentar? ¿Acogemos? ¿Cortejamos? ¿Entrenamos? ¿Aprendemos?