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ROJO SOBRE GRIS

El deber de vivirla

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura2 min
Opinión09-10-2012

Sólo me queda el recuerdo como de un sabor. Mi padre un día se reía y me decía: "Así siempre será como la primera vez", y es verdad, pero es que se me olvidan mucho las cosas. Se me olvida lo que leo, lo que hago, lo que como. Se me olvida lo que veo y lo que escribo. Cada día empieza nuevo casi a cero: me queda sólo como un sabor de lo anterior. Es una memoria extraña la mía, como de impresiones, como una memoria ciega que se mueve a tientas. Lo que quiero recordar lo tengo que apuntar. Volveré a leerlos; ambos: La sonrisa etrusca y El Caballo desnudo. Del primero recuerdo amor, vida y ternura. Del segundo, valentía y mirada profunda que traspasa la apariencia. No recuerdo a los protagonistas, ni la trama, ni el tema; pero estoy descurbriendo que también soy lo que no puedo recordar y cada cosa que he olvidado por la huella que ha dejado. Y yo sé que le debo a José Luis Sampedro algo de lo bueno que tengo y que soy. Hace unos días le entrevistó Jordi Évole para el programa Salvados. Fue a preguntarle en relación a la actual situación de crisis general "como el que consulta al sabio de la tribu", explicaba el periodista. Y así le respondió Sanpedro: como quien sabe que entre la vida y la muerte sólo le quedan la dignidad y unos pocos días contados. Nada que perder a lo que no haya renunciado ya, y nada que ganar que no haya sido también conquistado. Habló de mucho. Respondió a todo lo que le preguntaban. Y cuando fue interrogado sobre la actitud con la que afrontar el presente y el futuro, Sanpedro hizo una confesión cruda y directa desde su vejez, apelando a la responsabilidad de vivir, y que transmitía una experiencia personal del valor de la vida que ya la quisiera yo para mí misma cuando dejo de quererme. "En este momento yo no tendría ningún inconveniente en morirme", decía Sanpedro " no tengo ningún interés en seguir", insistió. "Lo que pasa es que quiero a mi mujer, sé que le hago falta, sé que le hago bien y estaré todo el tiempo que haga falta", dijo. "Hoy ya las series de molestias que tiene la vida de un viejo, sordo, medio ciego -porque soy casi tuerto-... Todas las mañanas me tengo que levantar y además de ponerme la camisa me tengo que poner las muelas, me tengo que poner los ojos, me tengo que poner las orejas... pero tengo que vivir. Porque se habla mucho del derecho a la vida, pero es que hay más: el deber de vivirla. Hemos recibido de la vida una vida: pues vamos a vivirla". Rojo sobre gris a los sabios de la tribu, testimonios elocuentes de la vida en la vejez: gracias por enseñarnos a seguir viviendo.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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