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IMPRESIONES

Fecundidad y eficiencia

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión19-09-2012

Mientras rediseñaba un taller sobre la escucha activa dediqué unos minutos a pensar por qué a mí me gustaba usar la palabra “fecundidad” donde muchos autores hablan de “eficiencia”. La razón no es que a mí no me guste la eficiencia. Es más, creo que la practico desde pequeño. Mientras reflexionaba sobre estas cosas, descubrí por qué. La eficiencia consiste en obtener los resultados esperados con el menor esfuerzo posible. Con ánimo de provocar, diré que la eficiencia es fruto de combinar inteligencia y vaguería y, según mis profesores del cole, yo de pequeño era muy listo, pero muy vago. Es decir, que era muy eficiente: alcanzaba mis objetivos con el menor esfuerzo posible. Según ellos -y esto es importante subrayarlo: según ellos- podía dar más de mí, pero no lo hacía porque no me trazaba objetivos más ambiciosos. Yo matizaría: no compraba esos objetivos más ambiciosos que ellos tenían para mí, porque prefería invertir el resto de mis energías y de mi tiempo en lo que a me parecía realmente valioso, que no necesariamente productivo. La gracia de ahorrar tiempo y esfuerzos estaba precisamente en la posibilidad de invertir esos tiempos y esfuerzos en lo a mí me interesaba. La fecundidad, sin embargo, es otra cosa. A ella sí estaba dispuesto a dedicar, desde pequeño, todo mi tiempo y mis esfuerzos. Porque la fecundidad está vetada a los vagos, pero es propia de los ociosos. Otra cosa es que la mentalidad dominante identifique como vagos a los ociosos que valoramos cosas distintas a las que nos dicta el pensamiento único. La fecundidad no tiene que ver ni con los objetivos trazados ni con la economía de esfuerzos. Tiene que ver con el potencial creativo o reproductivo de una realidad determinada. Los romanos adoraban a la Fecundidad como a una diosa, y la representaban sosteniendo con su mano izquierda el cuerno de la abundancia y con la derecha, a un niño. Lo contrario del ahorro y lo previsto. Porque lo propio de la fecundidad no son los resultados esperados, sino los frutos. Y los frutos siempre son más ricos, abundantes y sorprendentes de lo que esperamos. En lo que esperamos sólo cabe la satisfacción o el fracaso. En lo inesperado caben el regalo y los milagros. Después de un ejercicio práctico de escucha desinteresada, un participante dijo: “esto es una gozada, porque sabemos que el otro está predispuesto a escucharnos desinteresadamente. Pero en el trabajo no ocurre así, porque en las reuniones, por ejemplo, se trata de ser eficientes y no procede una escucha como ésta”. Si esto es así, entonces eficiencia y fecundidad resultan irreconciliables. Mi pregunta es si buscar siempre la fecundidad no será lo más eficiente en el medio y largo plazo. Creo que esa es la única alternativa para que a los ociosos dejen de llamarnos vagos. Les voy a confesar que a mí, este truco, me está funcionando.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach