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ANÁLISIS DE CULTURA

SGAE o cómo reconstruir el barco

Fotografía

Por Marta García BrunoTiempo de lectura2 min
Cultura11-12-2011

Termina el año 2011 y es momento de recapitular. Y la conclusión es bastante mediocre. La sensación es de engaño generalizado, pero lo bueno del ser humano empieza por la esperanza con miras al futuro. Borrón y cuenta nueva. Me refiero, entre muchas otras cosas, a la refundación de la Sociedad General de Autores y Editores. Después de varios bochornosos y convulsos años, la institución, con una intervención judicial de la Audiencia Nacional desde el 1 de julio por presunto desvío de fondos, tiene por delante una reestructuración completa. A la espera de que el Ministerio de Cultura conceda su autorización, es muy probable que tenga un nuevo líder al frente que se hará cargo de ella a partir del 7 de febrero. A cuentagotas aparecen más y más datos fraudulentos. Los últimos, el contrato millonario con el Instituto Nóos del duque de Palma, que podría ascender a 700.000 millones de euros o 145 millones de euros “pendientes de identificar” y repartir entre los autores. La SGAE puede tener ese dinero durante 15 años, y si cumplida la fecha no encuentra a su dueño, se lo quedan. Carece de sentido y el problema empieza por el que fue su máximo responsable. Teddy Bautista entró en 1983 como vicepresidente ejecutivo. El exceso de poder tiene múltiples y devastadores efectos negativos y uno de ellos es precisamente la confusión sobre la meta a seguir. La institución debe centrarse en la protección de los derechos de autor. Por tanto debe dejar de lado otros negocios que han hecho que la avaricia haya roto el saco. Cayó, como otros tantos, en el negocio inmobiliario. De extasiados a hundidos. A todo esto, el Ministerio de Cultura se lavó las manos, como también lo hizo el de Trabajo con la Reforma Laboral. No actuó como supervisor y simplemente dejo que el fraude fluyera. Cabe pensar en las razones por las que la ministra en funciones haya abandonado el barco a estas alturas. Visto lo visto, la SGAE necesita un organismo de seguimiento eficaz para que no se vuelva a evitar la “monarquía absoluta” que proliferó gracias a Teddy Bautista.

Fotografía de Marta García Bruno