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¿TÚ TAMBIÉN?

Lo primario de la Secundaria

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión12-09-2011

Twitter puede ser desde una corrala de vecinos hasta una convención de universitarios. Esta semana perdí algún seguidor por comentar que Esperanza Aguirre metió la pata al decir que los profesores trabajaban sólo 20 horas, que es como decir -respondieron ellos- que Iker Casillas trabaja 90 minutos a la semana. Desconocimiento o demagogia –no sé qué es peor-, lo cierto es que Aguirre rectificó y yo me vi enfrascado en una retahíla de conversaciones interesantísimas, que inspiran este artículo. Les invito, por cierto, a seguir inspirándome en @AlvaroAbellan. Es evidente, y a eso se agarran los razonablemente desprestigiados sindicatos, que subir la dedicación docente no es la mejor forma de mejorar la calidad de la enseñanza. Si en una jornada laboral completa los profesores pasan a impartir más horas, quiere decir que tienen menos tiempo para preparar más clases y atender a más alumnos. Quiere decir también que tendrán menos tiempo para formarse y actualizarse, para preparar y corregir ejercicios, para el acompañamiento, las tutorías, la comunicación con la familia, etc. Eso es evidente. No obstante, unas pocas horas arriba o abajo no es la cuestión de fondo. Y tampoco lo es que con esta medida reduzcamos mínimamente el gasto público, aunque toda reducción que no lesione derechos fundamentales sea, en estos momentos, bienvenida. La cuestión de fondo la han puesto sobre la mesa, indirectamente, los sindicatos de profesores. La cuestión de fondo es si su comportamiento estas semanas revela el problema la educación pública en España. Las horas de clase, los contenidos, las metodologías, los salarios y las tecnologías siempre son algo secundario en educación. Lo primario es la relación personal entre maestros y alumnos regulada por ideales como el amor al saber, la convivencia, el sacrificio, el esfuerzo, la voluntad de servicio, la generosidad, la creatividad, etc. Mal formada está la persona que puede citar a Platón de memoria pero carece de estos valores. A la inversa, quien haya mamado estos valores de la inspiración de buenos maestros, habrá leído a más autores de los que vienen en el programa, y ya se preocupará él sólito, en conciencia, según sus necesidades y capacidades únicas e irrepetibles, de leer lo que deba leer para actuar como deba actuar. ¿Queremos que nuestros hijos convivan con unas personas que miden al dedillo sus esfuerzos individuales mientras ignoran la situación dramática del mundo que les rodea? Yo soy profesor universitario. Y mis condiciones laborales distan mucho de ser las óptimas para el ideal ejercicio de mi vocación. Pero una cosa que aprendí -ya en el colegio, por cierto-, es que no tiene sentido “no hacer nada” porque sólo podamos hacer “poco”. Esa actitud de “me enfado y no respiro” la perdonamos en niños de seis años, no en auténticos maestros. Recuerdo la dramática problemática obrera que relata genialmente John Ford en Qué verde era mi valle. En la misma familia, los hijos querían ir a la huelga y el padre no concebía dejar de trabajar. Aquella película me hizo pensar si “huelga” y “vocación” son dos palabras conjugables fácilmente en una misma frase. Y me hizo comprender que, independientemente de la respuesta, el drama de la película -el drama de nuestras vidas- tiene poco que ver con lo que “cambiamos” del mundo y mucho con lo que “creamos” u “obramos” en nosotros mismos y en quienes nos rodean, especialmente en tiempos difíciles. Lo primario de la Secundaria, queridos maestros, es lo que ustedes llevan dentro y lo que pueden crear en el corazón de sus alumnos. ¿Qué imagen, valores y actitudes quieren trasladar a sus alumnos en la actual coyuntura histórica?

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach