ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Pepinos asesinos y otras bestias
Por Almudena Hernández
1 min
Sociedad05-06-2011
Sólo quienes doblan el lomo conocen de veras la dureza de la vida en el campo. Sólo quienes echan el jornal bajo el húmedo ambiente de los invernaderos han sentido en su piel el picor de las matas de hortalizas, la fragilidad de sus tallos, la caducidad de sus frutos y, sobre todo, lo bien que sabe una simple ensalada. En estos tiempos de tecnologías, chips y ondas, la naturaleza sigue siendo el pan de cada día de miles de personas. Pero, por desgracia, su trabajo no se valora suficientemente hasta que algún político de turno mete la pata y vomita mentiras ante luces y taquígrafos. Sea en Madrid o en Berlín: la estupidez es una epidemia global. La crisis de los pepinos ha condenado a la deriva a la ya maltrecha industria agrícola española. Si los productores ya cobraban apenas unos céntimos por kilo antes de que las autoridades alemanas dijesen que los pepinos españoles eran asesinos, una vez pasado el huracán de la alarma el producto acaba, directamente, en el vertedero. De poco servirán (aunque sí de algo) las indemnizaciones a los agricultores afectados y las campañas de imagen. Siempre hay algún ciudadano despistado e hipocondriaco que dejará de comer pepinos "por si acaso". Lo triste de esta situación son los fantasmas que se esconden tras una crisis sanitaria en la que ha habido muertos y miles de bolsillos afectados. "Piensa mal y acertarás", dice el refrán. ¿A quién beneficia la mala gestión germana del contagio de la bacteria Coli? "Difama que algo queda", reza otra perla de la sabiduría popular española, diezmada hoy en los invernaderos andaluces por la crisis de los pepinos asesinos y otras bestias.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo