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Fotografías

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura2 min
Opinión21-03-2011

"¿Y cómo se llamará nuestro grupo?", preguntó Jessica. "16 ISOS", bromeó Lucas. Ya era mucho decir 16, pues apenas media docena de alumnos éramos los preocupados por la fotografía a mediados de los 90. No obstante, 16 ISO, esa mítica sensibilidad estudiada en los libros pero nunca vista, hablaba de una muy buena calidad de grano... impresionado a fuego lento. Han pasado un puñado de años y unas miles de fotos desde aquel principio de no se sabía muy bien qué. Pero aquel mítico carrete soñado entonces se ha revelado en las vidas de muchos de nosotros. Eres fotógrafo cuando una luz que pide a gritos un autógrafo te llama por tu nombre propio. Hubo un tiempo para los francotiradores en esto del teleobjetivo; y para los luchadores de sumo en esto del gran angular. Recuerdo a muchos compañeros fotógrafos y a muchos alumnos fotógrafos. Recuerdo las resistencias de muchos a la fotografía digital. ¿Acaso no es la fotografía un desafío al paso del tiempo? ¿Acaso no lucha todo fotógrafo por convertir el presente en eternidad? Durante años nos rebelamos por revelar en blanco y negro. Durante años hablamos de hablar de nuestras fotos en algún foro. Durante años proyectamos proyectar nuestros proyectos desde una plataforma común. Disparábamos sin hacer demasiado caso al exposímetro, con la seguridad de que las mediciones matriciales ofrecen resultados demasiado previsibles, con la inquietud del que acaba de salir del laboratorio y aún no ha compartido su ampliación con el amigo. Hay quien dice que la hora de los francotiradores ha pasado; que la revolución digital se ha impuesto y ya todos somos fotógrafos y exponemos nuestra obra al mundo. Aquí estamos, los fotógrafos del mundo. Organismos vivos para que la máquina tecnológica siga en marcha. Hay que comprar, disparar, publicar, comentar, volver a comprar un trasto con opciones nuevas, volver a disparar, volver a publicar, volver a comentar... Publicamos a un mundo sin rostro, nos ahorramos esa mezcla entre la timidez del novato y el orgullo del padre. Sin embargo, siempre hubo fotos y fotos. Siempre las hubo efímeras y proféticas. Y aún hoy, hasta las técnicamente menos logradas, recogen la firma de la luz. Y es la luz, y no el fotógrafo, la que revela un pedacito de realidad que encierra algunos de nuestros sueños. Y soñamos. Da gusto pasearse por photoblogs de noveles inquietos y viejos amigos, descubrir antiguas promesas cumplidas, nuevas promesas que desafían al tiempo. Miradas. Ventanas al mundo, que nunca deja de hablarnos. Ver técnica que no es sólo técnica, sino espacio de encuentro. Un disparo... y podemos rescatar y regalar ese lugar donde la vida se ensancha.

Fotografía de Álvaro Abellán

$red

Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach