ROJO SOBRE GRIS
Autores, no propietarios
Por Amalia Casado2 min
Opinión02-01-2011
Parecía como muerto. Decidió desesperarme durante casi un día en que no sabía si sobreviviría o estaba todo perdido. Empecé a darle vueltas al pasado inmediato: si hubiera hecho esto en vez de esto otro, si en vez de hacerlo así lo hubiese hecho de esta otra manera... No podía hacer salvo eso -que es peor que nada- y pedir ayuda. En las horas horrendas en que buscamos soluciones entre quienes podían socorrernos descubrí a un grupo de hombres libres y curiosos que, como una especie de guerrilla o mundo paralelo, desafían al sistema con su forma de crear y compartir. Había oído hablar de ellos, pero jamás supe exactamente qué les motivaba ni a qué servían. Son la cultura Linux. En efecto, mi ordenador había decidido no volverse a encender. No reaccionaba ni caliente ni frío. Pulsaba el botón de encendido y este ser tan pequeño y cotidiano para mí como desconocido, infranqueable y determinante en mi vida tan sólo pestañeaba un poco. Después, se quedaba bloqueado y silencioso. Nada. La puerta de acceso a ese oscuro silencio fueron los Linux, esos amantes de la informática que desarrollan programas gratuitos, libres de derechos de propiedad y comprometidos con el derecho de autor. Sus programas y descubrimientos están ahí para el servicio de quien pueda necesitarlas. Te las descargas de internet sin que nadie te llame ladrón o pirata. Su obra es comunitaria. Unos mejoran los descubrimientos de otros sin guardarse secretos, porque los secretos en este mundo de la informática los guardan quienes quieren ganar dinero con ello. Los Linux, sin embargo, son un ejemplo extraordinario y respetuoso, de que la gratuidad es generadora de una cultura más humana y servicial, en la que se reconoce el derecho del autor que dio un paso –incluso pequeño- para que entre muchos pocos exista una alternativa real, solvente y estable al imperio de quienes se olvidan de los autores pero reivindican el derecho de cobrar –y desproporcionadamente- como propietarios de algo que no es suyo, sino de todos. A mi ordenador lo han salvado Linux y nuestro informático, que también gratuitamente dedicó varios días con sus noches a reanimar a esta pequeña y enigmática bestiecilla. Rojo sobre gris a los autores, a quienes saben que su obra es fruto de los pasos que otros dieron antes que ellos, a quienes son capaces de descubrir que sobre el fruto de la historia en uno mismo no se tiene propiedad, sino responsabilidad.
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Amalia Casado
Licenciada en CC. Políticas y Periodismo
Máster en Filosofía y Humanidades
Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo