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ANÁLISIS DE DEPORTES

Descansen en paz

Fotografía

Por Alejandro G. NietoTiempo de lectura2 min
Deportes05-09-2010

Decía Joaquín Sabina que la muerte es solamente la suerte con una letra cambiada. Ambas, la muerte y la suerte, han sido especialmente crueles con el mundo del deporte este fin de semana, en el que hasta tres fallecimientos nos han recordado que la victoria o la derrota son asuntos banales comparados con las cosas que verdaderamente importan. La pugna por la Vuelta a España pasó a un plano totalmente secundario con la muerte de Txema González, masajista del equipo Sky, que falleció, sin tiempo para despedirse, por una infección bacteriana. Hubo luto en la ronda española, que lloró la pérdida de uno de sus miembros más queridos y, sin tiempo para asimilarlo, hubo de retomar el camino hacia Madrid. Así de implacable es la competición profesional, que no concede tiempo para el lamento ni en los momentos más difíciles. Más angustias todavía está sufriendo la familia del motociclismo, a la que la pálida dama ha visitado dos en menos veces de una semana. Primero se llevó durante cuarenta segundos a Fonsi González Nieto, que pudo volver para contarlo cuando estaba a unos instantes de abandonarnos para siempre. Apenas unos días después otro accidente en el Mundial de Moto2 sesgó la vida de Shoya Tomizawa, un chico japonés de 19 años con una prometedora carrera por delante. No es un juego subirse a una motocicleta y conducir a 300 kilómetros por hora sin apenas protecciones que te resguarden de un impacto. Hay que estar locos o tener unas agallas descomunales para hacerlo. En cualquier caso, resulta extraño que uno no se dé cuenta de ello hasta que suceden tragedias de este tipo. Por si no había dado ya suficientes tristezas la jornada deportiva, en León falleció un hincha de la Cultural por un infarto mientras veía jugar a su equipo. Tantas muertes para digerir en tan poco tiempo ciertamente pueden provocar una depresión seria. A uno se le viene a la mente la definición de la vida que hacía Woody Allen en Annie Hall: "Llena de soledad, histeria, sufrimiento, tristeza y, sin embargo, se acaba demasiado deprisa". Afortunados somos los que todavía sufrimos. Los que se han ido, descansen en paz.

Fotografía de Alejandro G. Nieto