ROJO SOBRE GRIS
Perdonar es perder
Por Amalia Casado1 min
Opinión25-01-2010
Hoy, y no sé muy bien por qué, he pensado mucho en el perdón. He buscado la raíz etimológica de la palabra, que es “dar”, y es la misma que la del verbo “perder”. Cuando perdonamos, perdemos. Me preguntaba entonces que será exactamente lo que perdemos cuando perdonamos, y cómo es posible que, siendo así, cuando perdonamos de corazón y de verdad –que es la única forma de hacerlo- encontremos tanta alegría si, en realidad, estamos renunciando a algo que nos es debido. ¿Cómo es posible que la consecuencia de perder algo a lo que tenemos derecho sean la alegría y la paz? Pienso que quizás perdonar de verdad es renunciar a una disculpa de quien me ha ofendido, renunciar a la restitución de lo que se me ha usurpado, renunciar al arrepentimiento de quien me ha agredido. El perdón verdadero, si es perder, significa que no depende de que me sea restituido lo que se me ha quitado. Lo pierdo. Es más: renuncio a ello. El perdón es independiente de la justicia. Nunca había caído en la cuenta de lo difícil y provocativo que es el perdón, de lo que hago realmente cuando perdono. Por mucho que lo intente, no encuentro dentro de mí la fuerza que hace posible esto de reconocer en quien me ofende a una persona digna de ser amada por mí, a la que no le voy a tener en cuenta lo que me haya podido hacer y a pesar de ello. Y eso es precisamente lo que le doy, porque perdonar también es dar. A cualquiera le pasaría lo mismo: no salen las cuentas. Si eres ofendido y perdonas, no sólo pierdes sino que también das. Vaya negocio. Vaya milagro. Rojo sobre gris a quienes perdonan.
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Amalia Casado
Licenciada en CC. Políticas y Periodismo
Máster en Filosofía y Humanidades
Buscadora de #cosasbonitasquecambianelmundo