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ANÁLISIS DE SOCIEDAD

La poda de enero

Fotografía

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad24-01-2010

Hay quien recomienda que a finales de enero se poden las plantas. Las pobres han sobrevivido a las grandes nevadas y los fuertes hielos y, aunque aún queda mucho invierno por pasar y hasta el 40 de mayo no hay que quitarse el sayo los atardeceres naranjas del primer mes del año llaman a la esperanza, a buscar vida entre las hojas muertas, a abonar la tierra seca y a replantearse cómo hacer posible una floración en los tallos lánguidos y casi putrefactos. En ocasiones, cuando uno se dedica a esos quehaceres de recuperación de la vida del letargo invernal tiene las manos torpes y se lleva por delante botoncitos que brotan, frutos retrasados y flores despistadas. Es una lástima. Se están cortando caminos al discurrir de la vida. En este enero en que los techos se han caído sobre los haitianos como hojas de un rosal, la comunidad internacional ha despertado del barbecho a golpe de terremoto. Las espinas ya estaban antes y también la pudedumbre, pero ocurre con demasiadas realidades como con las plantas silvestres: ellas solas crecen, sólo las podan los animalillos del campo y, sin embargo, cuando llega mayo florecen. Lo que no sabe la mayoría de la gente es cuántas plantas salvajes han perecido en el camino hacia la primavera. Con el terremoto han muerto miles y miles de seres humanos. Y como el hombre trata de ser racional en mitad del desastre, se apoya en la estadística para cesar en las labores de rescate. Es prácticamente imposible que haya vida más allá de la semana del movimiento de tierra, dicen los expertos. Pero los milagros siguen ocurriendo, como sucede cada mayo con esas plantas que florecen reinando en mitad del campo, sin que aparentemente nadie las cuide. Es triste, sin embargo, que en este enero, tras sobrevivir al terremoto se hayan sesgado vidas por la falta de esfuerzo o las manos torpes como si fuesen botoncitos que brotan, frutos retrasados y flores despistadas en una maceta. ¿Qué valor tiene aunque sólo sea una sola vida? ¿Y si alguien es capaz de resistir quince días bajo los escombros? ¿Y si nosotros mismos fuésemos los atrapados que esperamos que otros se esfuercen por dar una nueva oportunidad para que nuestra vida siga floreciendo y dando frutos?

Fotografía de Almudena Hernández

Almudena Hernández

Doctora en Periodismo

Diez años en información social

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