Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ANÁLISIS DE ECONOMÍA

Por fin, a la raíz del problema

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía23-01-2010

Ya era hora. Y ha sido Barack Obama quien se ha decidido a coger el toro por los cuernos. Todos los análisis de las causas profundas de la actual crisis económica apuntaban a la especulación bancaria y a las transacciones de alto riesgo que llevaban a cabo las grandes firmas como culpables de este descenso a los infiernos que comenzó en 2008. Pero hasta estos últimos días ninguna medida había ido encaminada a acabar con este peligro: las actuaciones gubernamentales y de organismos internacionales únicamente se habían encaminado a paliar los efectos. Los planes para incentivar el consumo, para dar ayudas a los que más sufren, para recaudar más dinero que destinar a fines sociales, para acabar con el paro y para parchear negocios bancarios en la cuerda floja no han sido más que eso: tiritas para suturar una cuchillada en canal. Bien está tirar en principio de lo que tenemos a mano, porque el dolor hay que aliviarlo con celeridad. Pero para curar de verdad es necesario investigar los orígenes más profundos. Gordon Brown propuso en diciembre gravar con una tasa las transacciones internacionales, y la propuesta se quedó en agua de borrajas por la mieditis que cunde entre los líderes mundiales cuando de acotar las prebendas del poder económico se trata. Por eso, sorprende gratamente que alguien haya tenido el valor de desafiarlo. Y de hecho, cuando Obama ha lanzado su órdago, la mieditis se ha ido hacia el otro bando, ha cundido el pánico en la bolsa y se han persignado con terror los defensores a ultranza del libre mercado. Los planes de Obama no dan miedo a los bancos porque pueda acabarse su negocio. Es más: la regulación vigilará que éste marche dentro de unos cauces y no corra el riesgo de lindar con prácticas que se clasifican el limbo que media entre lo legal y lo ilegal. Lo que ocurre es que asusta a los grandes magnates porque sus beneficios pasarán de ser astronómicos a únicamente considerables (como los de Caja Madrid, para la que, a pesar de haber cerrado 2009 con ganancias, el año ha sido enteramente desastroso; ¿cómo valoraría esta misma situación una empresa de otro ramo). Y eso, para una persona que se ha acostumbrado a ver el dinero fluir como el agua de un caudaloso río, es toda una desgracia. Obama no debería escuchar estos pataleos de especuladores sin escrúpulos, y no debería temblarle la mano cuando ha decidido tomar esta senda que, aunque a algunos no se lo parezca, es la mejor para garantizar por cuanto más tiempo mejor la salud del sistema económico. A ver si ahora toman nota por este lado del charco.

Fotografía de Gema Diego