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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Políticos a ‘la nevera’

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España04-01-2010

La encuesta del CIS ha confirmado algo que hacía tiempo que se llevaba mascullando en la calle. La clase política –así, en genérico y sin siglas concretas- es la tercera preocupación de los españoles. Por delante incluso de una lacra que lleva sembrando terror y muerte durante 40 años como es el terrorismo. Esa preocupación es sólo superada por el paro y la crisis económica. Y si quedaba alguna duda de las razones que desde un tiempo han generado esa sensación entre los españoles, los culpables se han encargado de justificarla. Y ha sido precisamente por omisión. Ningún líder político de primera línea, es decir, los responsables más inmediatos de esa percepción negativa de su labor, no han sido capaces de dar la cara. Ninguna rueda de prensa para dar su punto de vista. Aunque sólo sea para defender su papel. Para decirles a los españoles que no sean pesimistas y que tengan fe en sus representantes. Ni mucho menos una lectura sincera y autocrítica de la encuesta. Ninguno ha planteado medidas de cara a acercar el sistema a la gente. Si el dueño de un bar recibiese constantemente quejas sobre el comportamiento de alguno de sus camareros, ese trabajador sería cesado. Si un empresario no alcanzado los objetivos que sus accionistas esperaban, como mínimo, sería obligado a dar una explicación. Dimitiría quizá. Cualquiera que lea este análisis sabe que tendrá problemas si no da la talla en su trabajo. Si un delantero no marca goles, chupará banquillo. ¡Pero si hasta los árbitros –tradicional casta de intocables- también son castigados ya por sus jefes cuando lo hacen mal! Se les mete en la llamada nevera. Ahora, los clientes de los políticos han tomado al CIS como una carta de reclamaciones en la que denunciar un servicio insatisfactorio. Sin embargo, los políticos, con su silencio, con su pasotismo, han vuelto a hacer gala de una impunidad obscena. Lo graves es que en esa relación, ni los electores son clientes, ni los políticos regentan su negocio. La función de unos y otros es mucho más sería. Sobre ellos recae nada menos que el futuro del Estado. Labor de los primeros, por tanto, debe ser manifestar su descontento usando más mecanismos que una papeleta cada cuatro años. Labor de los segundo debe ser trabajar en recuperar la confianza de los ciudadanos como objetivo prioritario. Dejar de desnudar la política de su ideología para convertirla sólo en un medio sin otra perspectiva que ganar las próximas elecciones. Transmitir la vocación por un servicio público lleno de responsabilidades apasionantes. De lo contrario, los jóvenes del mañana ya no verán la carrera política como algo ilusionante a lo que dedicar su vida. Y entonces pasará como con los árbitros. La acabarán asumiendo los menos malos. Toca poner soluciones.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio