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EL REDCUADRO

Criminalización del "ex"

Fotografía

Por Antonio BurgosTiempo de lectura3 min
Opinión22-11-2009

Como todos los años, sé que dentro de unos días recibiré un montocito de almanaques de naipe con una impresionante foto de la macarena Virgen de la Esperanza a modo de estampa en el anverso, y con el calendario del «Anno Domini 2010» en el reverso. Así, en latín, «Anno Domini», ¿pasa algo? Me lo envía ritualmente todas las Pascuas un amigo que se dedica a una de las actividades más peligrosas que existen en esta inculta España. No, no es piloto de pruebas, ni probador de la vacuna de la gripe A. Digo que ejerce una profesión de riesgo porque es profesor de Latín, oficio en el que cualquiera corre el de morirse de hambre. Este amigo, que se presenta a las elecciones de hermano mayor de la Macarena, en las que le deseo que toque el domingo oro de vara presidencial a modo de torero pelo, rematar suele el aguinaldo en forma de almanaque con su firma, en latín naturalmente, tras una frase sobre la Esperanza. En el de este año que ya busca las tablas y que me ha acompañado desde enero con el recado de escribir en el bolsillo interior de la chaqueta, ponía: «Tuae vitae lumen Spes sit. (Ab J.J. Morillas)»: que la Esperanza sea la luz de tu vida. Comento esta curiosidad latina porque como suele denunciar en ABC el profesor Rodríguez Adrados, los planes de estudio hace años que sufren el acoso y derribo de las lenguas clásicas. Me quedé de piedra el otro día, cuando se me ocurrió preguntarle por algo en latín a un grupo de jóvenes sacerdotes sevillanos. Horror: ninguno había estudiado latín en el seminario y no sabían más que los rudimentos de la asignatura suelta que cursaron en algún resquicio de los planes de bachillerato. O sea, que tú dices ahora «Rosa, rosae» y se creen que estás hablando de la cantante granadina de Eurovisión recién cambiada de diseño, por no citar a la conocida como Rosa Venenito. Pero, eso sí, todo con mucho uso y abuso de la preposición latina «ex». El «ex» está de moda. El «ex» viste como unos manolos. Tanto uso del «ex» hay por todas partes, que creo que lo deben de vender rebajadísimo en H&M, como los yimichús, esos zapatos que tienen nombre de resfriado y por los que la gente hace cola y como la otra por su hija: ¡ma-ta! Pones la tele y los «ex» te asaetean como las flechas de los indios se clavaban en el fuerte de los combois: «Asesinada por su ex novio». «Denuncia por malos tratos a su ex pareja». «Detienen al ex compañero sentimental del mondrigón al que la otra noche le dieron la del tigre». El «ex» ha pasado de las páginas del BOE, donde se concedía la gran cruz de Carlos III a los ex ministros, a los programas de los más amargos frutos del corazón, como son las noticias con sangre de la llamada violencia de género, que aumenta en número y de la que cada vez hay más casos, por seguir con esa denominación tan gramatical. Cuando no copaba los sucesos, el «ex» antes quedaba incluso resultón: — ¿Sabes que mi ex se ha echado una novia? Este «ex» a secas de la Ley del Divorcio borró al ex ministro, al ex catedrático. El «ex» era el divorciado, en boca de su antigua mujer, sobre todo cuando se quejaba del antiguo maromo. Como la divorciada o separada era la «ex» en boca de su antiguo marido, cuando no le aplicaba otras denominaciones de origen, cual lagarta o arpía. Pero estas, digamos, variantes elegantes de «ex» están en trance de desaparición por desuso. Lo de «ex» es ya casi siempre asunto de Código Penal, de sangre, de venganza, de maltrato, de crimen, de sección de sucesos. Tanto, que yo creo que la gente dice «antiguas pesetas» cuando traduce euros porque si dijeran «ex pesetas» parecerían todas las mangadas en la Operación Malaya, o en la Pretoria, o en la Gürtel. Vamos, las ex pesetas de los grandes ex presos europeos.

Fotografía de Antonio Burgos

Antonio Burgos

Columnista del diario ABC

Andaluz, sevillano y del Betis

** Este artículo está publicado en el periódico ABC y posteriormente recogido de AntonioBurgos.com por gentileza del autor