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ANÁLISIS DE ECONOMÍA

Uniones y locomotoras

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía15-11-2009

Aprecia el Gobierno que, ahora que los principales países de la UE –especialmente Alemania, que ha vuelto a asumir su papel de locomotora- han acabado con su racha de cinco trimestres consecutivos de contracción y han salido de la recesión, la culpa de todo en España la tiene el sector de la construcción. Si no fuera por la fiebre inmobiliaria, si extirpáramos los datos a ella debidos de nuestra actividad económica, nuestra situación será similar a la de Francia o Alemania. Pero no lo es. Y no podemos quedarnos de brazos cruzados lamentándonos por nuestras especialísimas condiciones, porque nadie nos va a dar facilidades. De hecho, el BCE ya ha advertido de que va a subir los tipos de interés sin esperar a que los “rezagados” acorten el terreno perdido. Y nosotros, en la parra, con medidas que incentivan la obra pública por aquí y por allá pero con el optimismo y las oportunidades laborales en el mismo punto de destrucción que hace varios meses. Para colmo, nos quieren vender que lo mejor en esta crisis son las fusiones a diestro y siniestro. Las de cajas, por ejemplo, que políticos autonómicos ensalzan y hasta fuerzan mientras la Comisión Nacional de la Competencia se preocupa porque esto configura un sistema bancario que no es el óptimo ni el que nos está pidiendo que montemos a toda prisa el BCE para que salgamos de la crisis, otra vez, mal, con nuestras estructuras engarzadas con palillos. O la fusión de las aerolíneas, de Iberia y British Airways, para poder dominar el mercado a su antojo. Sabíamos que a las compañías de alto coste no les iba demasiado bien, pero usar las campanas de esta unión para tapar huelgas y pérdidas será una táctica que les dure poco tiempo. Por el momento, lo que podemos esperar es que a patronal, sindicatos y Gobierno les dé un ataque de cordura y razonen algo sensato en el esperado diálogo social tripartito, en vez de seguir perdidos mientras el resto de la UE levanta cabeza.

Fotografía de Gema Diego